lunes, 20 de agosto de 2012

15 Años

Hace muchos años iba con mi mama en el carro, ella iba manejando y la radio estaba encendida. De repente comienza a sonar la canción Angie de The Rolling Stones. Mi mama le subió el volumen y dijo “Esa canción la baile yo en mi fiesta de 15 años”. Desde ese mismo momento la fiesta de los 15 años de mi mama fue un tema oculto que me obsesionó. Me los imaginaba, me la imaginaba a ella, de niña, con su vestido y amistades. Algunas veces nunca pensamos en nuestros padres de niños, creo que hasta ese momento nunca me había imaginado a mi madre de adolescente. Una Rosaura sin conocerme, sin idea de mi existencia, sin amor hacía mí. La sola idea de una Rosaura ajena a mí me parecía un poco transtornante.

Desde ese momento revoloteó en mí esa noche de la fiesta de sus 15 años. Sabía lo importante que era para una niña hispana su fiesta, y más aun en esos años cuando un carro o un viaje por Europa no eran canjeables por tu fiesta y aunque lo hubiera sido las niñas siempre hubieran preferido su fiesta. Aun con mi obsesión interna con ese tema yo nunca pregunté ningún otro detalle de esa fiesta. Como con quien bailó esa canción porque no creo que haya sido el vals que bailaría con mi abuelo… y aun mas allá de eso… ¿porque se acordaría de esa canción en vez de su vals? Sería mi historia recreada en mi cerebro.

Años después, unos días después que muriera mi tío, su viuda nos entregó un álbum de fotos. Lo llevamos a casa y lo vimos. No era gran cosa. Fotos nuevas y viejas de la familia. Y entre las páginas había una foto, y si mi mamá no hubiera hecho ningún comentario esa foto hubiera gozado de medio segundo de mi atención antes de pasar a la siguiente página. “Una foto de mis 15 años” dijo. Tuve un pequeño ataque. La vi. Era la foto perfecta. Ella de pie, con su vestido un poco debajo de la rodilla, sencillo, zapatos un poco altos de niña, y una gran sonrisa de “este momento es perfecto”. Se veía una banda (o por lo menos un tipo con una guitarra en el fondo) y un pastel de dos pisos. A pesar que la foto no era en color si no en sepia podía distinguir (o imaginarme) el tono rosa de su vestido y el Cataño de su pelo.

Esa niña nunca se imaginaria la vida que llevaría, los trabajos que llegaría a tener, el hijo, la casa… esa niña no sabía nada. Lo único que sabía era que era su fiesta de 15 años y estaba feliz. El mundo pudo haber terminado al día siguiente y a ella no le hubiera importado. Las madres viven la vidas de sus hijos, de su esposo y de último viven las de ella. Una madre se desprende de su misma persona para pasar toda su vida preocupándose ya no por ella sino sus hijos. Pero esa Rosaura no tenía hijos, esa Rosaura era egosita, solo se tenía a ella misma y ella misma era lo único que le bastaba. Tenía todos sus regalos esperándola en su cuarto, no sabía que quería que llegara primero, si la banda que comenzara a tocar o bailar con esa persona con quien bailó Angie.

No puedo creer lo tanto que me obsesiona esa foto desde entonces. Reconocer pequeños detalles de la casa de mis abuelos. Ver que recuerdo las formas de las ventanas antes que las cambiar, el color del piso y pequeños rasgos en mi mamá. Debió de haber sido un día muy feliz para ella. No tenía esposo ni hijos en que pensar. Aun les faltaba todas las decepciones de la vida adulta, los problemas, el matrimonio, el hijo, el trabajo, las cuentas… solo le preocupaba que ese muchacho la sacara a bailar Angie.

Nunca le dije nada, nunca pregunté nada más. Esperar que la información llegue a vos es mucho más divertido que buscarla. Un día mi mama me llego a traer al trabajo y fuimos a la casa de unos compañeros de trabajo de ella que la habían invitado a tomar vino. Ya cuando nos habíamos tomado tres veces la canción perfecta sonó en el equipo de sonido de nuestra anfitriona. Angie. “Mi canción de mis 15 años” dijo. Creo que habré sonreído. Y luego vino el más maravilloso recuento de ese día, y tome una postura de quien tiene el gran tesoro de la vida frente a él y la única manera de obtenerlo es mostrase indiferente:

“Mi mamá ese día me llevó a comprar mis zapatos a la Zapatería [Dijo el nombre de la Zapatería pero no me acuerdo] que en ese entonces todo el mundo iba ahí [Managua siendo una ciudad tan pequeña todos conocía cada tienda de la ciudad]. Mi mamá como era costurera ella ya me había hecho el vestido con unos vuelos en el hombro que me encantaban [Recordé los vuelos en la foto mientras tomaba un trago de vino para parecer distraído]. Ella [Mi abuela] quería comprarme unos zapatos planos, pero como yo siempre he sido bajita yo le dije ¡Mamá, mamá yo quiero los de tacones! Y mi mamá me decía que no [Me gusta imaginar que eran más costosos los zapatos de tacones, pero lo más probable es que mi abuela quería algo más conservador] y yo le decía ¡Mamá pero yo quiero esos! [Mientras hizo el gesto con la mano con quien jala una falda de su madre que me resulto estupendo tan inocente, ella dependía de alguien más] y al final me los terminó comprando. Iba feliz yo.”

No lo podía creer. Mi imaginación salió volando ¿Por qué le habrá terminado por comprar los zapatos de tacón? Como yo recuerdo a mi abuela, ella era persona muy dura de carácter ¿Qué la habrá convencido? Y de repente… lo sabía… era su hija. ¿Cómo poderle negar un deseo a una niña que hoy cumple 15 años? Y esa imagen de mi abuela aceptando y ver la cara de felicidad de mi mamá que tendría sus zapatos. Los Zapatos de la foto. Los zapatos que aun parecían de niña. ¿Qué más la abra faltado a esta niña para ser completamente feliz? Una familia muy humilde, todos unidos, con banda, con vestido hecho en casa con unos vuelos en el hombro muy coquetos, un pastel de 2 pisos, todos tus amigos de la escuela, y unos relucientes y perfectos zapatos de tacones… justo lo que quería. Ella no quería nada más… esa noche sería de ella y no tendría que ser de nadie más. Aun no sé con quién habrá bailado Angie. Pero siempre será la canción de esa noche de Mayo.