martes, 18 de diciembre de 2012

Open Letter

En Nicaragua hay un dicho que toda la vida me ha impactado por la verdad, la firmeza y la sabiduría que encierra su significado. “El que se quema con leche, hasta las cuajadas sopla”. No hay verdad mejor dicha. Uno tiene una mala experiencia en el pasado, luego en el futuro es mucho más cauteloso para que esa mala experiencia no se repita. Y ese mismo hecho si lo llevamos al plano de las relaciones entonces ese efecto se vería multiplicado por la máxima potencia. Yo me he quemado varias veces. Y es por eso mismo que trato de soplar o de cuidarme mucho antes que algo malo suceda. Desgraciadamente sé que esa misma paranoia que se apodera de mí mente puede provocar una mala reacción en la otra persona. Tal vez ya no pueda confiar como antes, tal vez eso me convierte en un producto defectuoso. Tal vez ahora dude más, pero eso no significa que no quiero dejar de dudar. Solo quería que supieras que me he quemado y no quiero quemarme otra vez.

Siempre he pensado que soy una persona que he sido capaz de controlar mis emociones y sentimientos. Nunca me he considerado como alguien que piensa con el corazón. Y de repente ese mundo de lógica que he querido construir alrededor mío se destruyó solo con una sonrisa tuya en una plaza. ¿Qué posibilidad teníamos? ¿Cuántas cosas teníamos que hacer para vivir una vida juntos? ¿Cómo superamos todos los problemas? ¿Qué probabilidad había que hayamos llegado hasta hoy? Un día me dijiste que si uno dice “te amo” mientras no lo está pensando entonces era real, ya que no tuvo que pasar por el pensamiento. Aunque creo haberte dicho que no era así, luego pensé en eso por días. Y por eso supe que estaba haciendo lo correcto con vos… porque era mi corazón quien me lo pedía no mi mente. Nacía en mí.

Yo tengo una prima que siempre fue más valiente que yo. Yo intentaba ser igual de valiente que ella, pero solo fingía. Desde entonces sé que tengo miedo. De hecho tengo miedo. Tengo un terrible miedo a perder una vez más en una relación. Me aterroriza. Y descubrir un día que tengo que vivir sin vos mientras los dos intentamos rehacer nuestras vidas. Yo sin poder. El sentimiento de pérdida para mí sería enorme. Y es que a mí no me gusta jugar con mis palabras. Si yo digo algo es porque creo firmemente en lo que estoy diciendo. Para mi alma gemela no es un término que ocupo para descubrir la mejor pareja de baile en la disco. Para mi alma gemela es la otra parte de una persona. Complemento infaltable. Y creo firmemente de que uno no puede aguantar todo… pero no debe de dejar el barco sin dar la lucha. Así el hundimiento será más digno. ¿Qué tan serio soy? Muy serio. No juego con mis sentimientos.

Yo recuerdo que cuando tenía 19 pensaba que era una persona extremadamente madura y capaz de manejar como un adulto una relación. Ahora que tengo 26 veo atrás y no puedo dejar de admirarme en lo equivocado que estaba. Nos pasa a todos. Pero yo no puedo dejar de pensar en cómo cambian las personas maduran. Como aprenden nuevas cosas. Algunas veces me puedo equivocar. Pero nunca lo haría para dañarte. Pero lo veo como parte de crecimiento personal. Todo el mundo se equivoca, y yo estaré ahí para luchar por nosotros cuando vos te equivoques.

Es bien importante conocer muy bien a la persona con quien uno quiere compartir el resto de su vida. Y todos tenemos ese pequeño lugar en nuestra psiquis donde escondemos todo lo que creemos nos convierte en monstros. Lo que ocultamos a la vista. Pues yo te las acabo de decir. Para mostrarte que soy imperfecto, pero sé que el amor me puede poner un paso más cerca de la perfección.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Calle de la Vicky


Recuerdo que hace muchos años, cuando aún estaba en la secundaria, mi mejor amigo y yo descubríamos el mundo en la ciudad de Managua. Éramos solo unos adolescentes que buscaban bares para poder tomar una cerveza y luego manejas con cuidado de regreso a casa. Generalmente nos quedábamos a dormir en la misma casa. Luego vino en el día que le llega a todo adolescente que es salir con su mejor amigo de la infancia en la primera cita doble en sus vidas. Para mi mejor amigo en esos tiempos, esa primera cita doble, simbolizó la noche en que los dos nos convertíamos en hombres. Ya no éramos (o ya no deberíamos ser) los niños que aun van a la secundaria. Desde entonces, mi mejor amigo inventó un tipo de fiesta nacional (solo para nosotros) llamada “Sábado primero de febrero”. Todos los años nos reuníamos el primer de febrero y hacíamos el mismo recorrido que hicimos esa noche. Los mismos bares, las mismas bebidas, hasta un glowstick (eran lo último de la moda en ese tiempo). Cuando los bares ya no existía comprábamos las cervezas de la misma marca y luego nos la tomábamos fuera del establecimiento donde una vez existió el bar. Recordábamos conversaciones, chistes, gestos, y anécdotas de esa noche.

Tratamos de mantener la tradición por siempre. ¿Pero que íbamos a saber nosotros adolescentes soñadores lo que nos depararía la vida adulta? Obviamente la tradición murió. Al principio marcaba en mi agenda el primero de febrero para por lo menos recordar por mi mismo ese día. Luego hasta anotarlo en mi agenda se me olvidaba. Hasta hace unos días podía ver el calendario que es primero de febrero y mi cerebro no hacía relación con nada. Pero eso cambió un día en que iba caminando por las calles calurosas (aunque la gente insiste que esta haciendo frio) de Managua. Tomé una calle en el centro de Managua. De repente miles de emociones y recuerdos llegaron a mí como un diluvio. No las podía parar. Fluían a mí activadas solamente por mi vista. Caminaba por la calle donde había vivido con mi antigua relación. Donde viví los peores bajones de una relación que de por sí solo vivía en números rojos. No voy a decir que todos los recuerdos eran malos, pero la inmensa mayoría si lo eran. Solo con ver la casa de la vecina una furia se desataba en mi psiquis. Y luego ver la casa donde vivíamos. No me detuve. Tenía miedo de las sensaciones que solo con ver ese lugar me podía provocar.

Creo que nunca voy a pasar un día en que no me pregunte que era lo que me pasaba en esos momentos. ¿Qué quería demostrar? ¿A quien quería ganar? ¿Por qué todos los días dejaba que los dos nos hundiéramos más humanamente? ¿Cómo nunca salí caminando con la frente en alto cuando aun tenía frente? Las mismas calles que me vieron en estados de desesperación absoluta, de rabia, de decepción, de miedo, ahora me veían pasar sin el más mínimo rastro de aquellos días.

Yo nunca entendí mucho sobre la celebración del “Sábado primero de febrero”. Siempre supuse que mi amigo era el más interesado en hacer ese recorrido cual viacrucis. Y yo tomando cervezas mientras los diálogos de esa noche se difuminaban en mi mente. Y ahora esos mismos diálogos perdidos completamente en el tiempo. Pero ahora entiendo a mi amigo la emoción que sentía por estar en esos mismos lugares. Nunca pensé que por pasar por esa calle todo mi drama volvería a mí sin poderlo detener. Me pregunto si los árboles habrán estado orgullosos de verme de nuevo.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Managua


Cada ciudad que piso, cada calle nueva que conozco, cada nuevo paisaje tiene que verse medido y comprado con Managua. Como si Managua fuese mi medida universal, mi estándar predeterminado de belleza. Solo con mencionar su nombre, sentir mis labios juntándose, sentir el movimiento oceánico que evoca la modulación de la palabra Managua hace que mi ser sienta lo sagrado de su nombre. Lo importante, lo imponente, lo bella que mi ciudad resulta ser a mis ojos. No sé cuando el amor a mi ciudad habrá crecido al punto de volverme ciego con la realidad. No recuerdo haberle tenido tanta consideración cuando era un adolescente que me paseaba por sus calles, cines y restaurantes con mis amigos. Pero ahora cada esquina que la veo, cada espacio vacío, cada cicatriz que mi pobre ciudad lleva en su humildad, me resulta admirable, me resulta en una explosión de belleza tácita que tantas ciudades hermosas en el mundo no han podido aun igualar. ¡Pobres las ciudades que he visitado que se tienen que ver medidas con Managua! No tienen ni la más mínima posibilidad de ganarle. Y es que resulta ser que la belleza oculta en el caos y la humildad resulta ser tan exagerada.

Hay muchas cosas que me desconcertaron de los italianos, una en específico que no supe como clasificarlo, muchas veces me sentía ofendido otras veces solo les regresaba una mirada de pena y compasión como queriendo decir con mis ojos que no tenían ni idea de lo que estaban hablando y es que no pude hablar con una sola persona que se hiciera llamar italiana que hablara lo maravillosa que era Roma. Ni uno solo. Una lástima. Encontré cada vez justamente lo contrario. Al parecer creían que vivían en una de las peores ciudades del mundo. Y mientras ellos vomitaban en las esquinas de su ciudad yo me enamoraba de ella en cada paso. Si odiaban Roma no tengo ni idea que dirían de Managua.

A pesar de que amo a mi ciudad y la veo con ojos de puro amor, esta última vez no me fue tan fácil volverla a ver por mi ventana. Trataba de apartar la mirada de la ventanilla del avión para que mi cerebro no cayera en cuenta que estaba a nueve mil kilómetros de donde mi corazón había decidido quedarse. Creo que fui la única persona que luego de un largo viaje no quería ver su ciudad. Poder distinguir las calles, los bulevares, las rotondas, los monumentos. No los quería ver.

De repente en el extremo de mi ojo pude distinguir la más bella figura que he visto en mi vida. Volteé la cabeza para ver al lago que baña Managua y sus dos volcanes naciendo a sus orillas. Recuerdo que sus siluetas era lo único que podía arrancar una modesta sonrisa de mis labios cuando iba mi tortura diaria que la gente se empecinaba a que llamara trabajo. ¡Pobre de mí los días nublados! Ese bello paisaje que disfruta Managua y que sus habitantes le da la espalda cual si no existiera. Un manifiesto de la naturaleza. Aislados, olvidados, tristes sin que nadie los note. Yo los recuerdo como el único momento mágico de mi día. Algunas veces pienso que tal vez no era el único que notaba la existencia de tan perfecta forma cónica en el horizonte de la ciudad, tal vez alguien más pensaba en ellos. Tal vez nuestros pensamientos podían llegar a ellos, tal vez ellos ya no se sentirían solos, olvidados, abandonados, sin que nadie quiera dedicarles una sola mirada.

En las aguas del lago se podía ver el reflejo de la ciudad desparramada como miles de gotas de escharcha doradas de las luces incandescentes de la ciudad. Aparte la mirada. No quería ver a Managua. No quería sentir su presencia aunque ésta recorriera y formara parte de mi cuerpo. No puedo decir que me obligué a mi mismo a levantar la mirada y ver a esa hermosa ciudad debajo de mí. No lo puedo decir porque no me obligué, mis ojos se levantaron y la vi. En su esplendor y hermosura. En su caos y desorden. En su historia gloriosa y en su futuro. Vi a mi ciudad y entendí que era mía. Este era mi lugar, de donde un día había salido. Managua me había parido. Sin pensarlo, las lágrimas de antes se convirtieron en una sonrisa amplia.

No quería ser como los italianos que teniendo a una capital perfecta la desprecian cruelmente, la atacan con sus ojos de incredulidad cuando escuchan decir lo hermosa que es Roma. No atacaría Managua porque dentro de ella esta la belleza pura de Latinoamérica, y lo más bello de ella, es que no todos pueden ver su belleza, solo los escogidos. Comencé a reconocer sus calles, el tráfico, comencé a ver sus parches de verdes, de zonas vacías, sus eternos árboles de navidad, sus calles atestadas de carros, las fábricas viejas, sus rotondas. Pero aunque amara a Managua, aunque esperara con ansia el abrazo de mi madre, dentro de mi no podía dejar de pensar que no era donde quería estar. Mi alma decidió unirse a otra y no había podido despegarla.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Alma

Siempre he pensado que la palabra hogar tiene una connotación mágica. Un lugar especial no solamente en nuestra memoria, sino también en nuestra alma. Siempre he sido enseñado que mi hogar es donde está mi familia, donde está mi cama, mis padres, mi perra, mi comida favorita, donde sé los recovecos de mi habitación, donde sé las mañas para abrir las puertas, o las gavetas donde puedo encontrar un cable perdido, una llave o una fotografía mía de cuando tenía 5 años. Es bueno tener un hogar a donde regresar luego de un largo viaje. Un lugar caliente, donde se cocine nuestra comida favorita, donde se pueda subir los pies a las mesas, donde se pueda andar en ropa interior.

Nunca he tenido mucho problema para decir adiós. Nunca he llorado al tener que despedirme. Cuando mi padre murió acepté el doloroso hecho con resignación inmediata, y mientras todo a mí alrededor cambiaba y todos lloraban yo no pude derramar una sola lágrima. Estaban ahí, las sentía atrás de mis ojos acumulándose, queriendo salir en una explosión de dolor, pero no salieron.

Hoy descubrí que decir adiós es mucho más difícil de lo que parece. Ver a la persona que uno ama alejarse en sentido opuesto a donde uno va, y saber que tarde que temprano uno tiene que caminar en sentido contrario es mucho más difícil de lo que parece. Contenerse las ganas de salir corriendo tras esa persona, abrazarla, no querer que el tiempo transcurra, detener lo indetenible, hacer lo imposible, buscar una solución, ponerse un freno a uno mismo para no desmoronarse en ese instante, es mucho más difícil de lo que parece.

Hoy también aprendí que hogar no solamente es donde uno pueda subir los pies en la mesa. Resulta ser que hogar es donde el alma quiere estar, donde el cuerpo y la mente le pide que esté. Donde la voluntad le gana a la razón y donde uno siente esa pertenecía. Al otro lado del atlántico, en un país desconocido, de lengua desconocida, de personas desconocidas, de costumbres desconocidas, pero donde al fin el alma ha encontrado el lugar donde quiere estar.

A veces el hogar no es un lugar físico. A veces el hogar es donde la otra parte de tu alma está. Podría ser cualquier punto del mundo, pudiera ser bajo un puente, pudiera ser bajo un árbol, en esta o aquella ciudad. Resulta ser que nuestro hogar puede cambiar, podemos dejar de sentir pertenencia al lugar donde nacimos, el lugar donde están nuestras cosas, donde está nuestro perro, donde nuestros seres queridos están enterrados. Podemos desapegarnos de ese lugar porque el verdadero hogar es donde tu alma quiere estar.

Siempre he escuchado la expresión de “almas gemelas”. La he usado extensivamente en mi primer libro. La idea del alma gemela me obsesionaba, no la entendía, a veces me causaba miedo, a veces me causaba nauseas, a veces simplemente no creía en que tengamos almas gemelas. Pero hoy descubrí la verdad sobre el alma. No hay almas gemelas. No existen. Las almas están incompletas. Les falta algo hasta que encontramos nuestro complemento. La otra parte del rompe cabezas. No son dos almas que se unen, es solo un alma que se completa. Dejar atrás esa parte que te completa hace que tu pecho duela, que quieras llorar cuando nunca has llorado, que quieras luchar contra la realidad, que estés dispuesto a hacer todo lo posible para no perder esa parte tan esencial para tu vida. Yo estaba incompleto, pero encontré el alma que le faltaba a la mía.

Algunas veces tratamos tan fuerte de descubrir nuestra propia verdad. Algunas veces vamos por el mundo tratando de poner nombres a nuestros sentimientos, a tratar de poner etiquetas a las personas, vamos tratando de resolver todas nuestras preguntas, pero llega un día en que las respuestas te encuentran. Nos las buscas más y de repente están todas frente a vos.

Yo siempre traté de responder toda mi vida cual era el lugar en el mundo. Donde era que debía de estar. ¿En mi país? ¿Viajando siempre? Siempre intenté responder que era el amor ¿Existe? ¿Le toca a todo el mundo? ¿Qué se siente amar? Y un día, el día que tuve que decir adiós lo supe todo. Todas mis preguntas fueron contestadas de golpe. No era un lugar físico donde debía de estar, no era Nicaragua, no era México, no era Italia, el lugar donde debía de estar era al lado de una persona. El día que tuve que decir adiós fue el día que entendí que vale la pena llorar. Las lágrimas salieron solas, sin pensarlas, sin pedir permiso, salieron de mis ojos. Una parte de mí se desprendía, me hacía falta algo, estaba dejando atrás algo. Veía alrededor de mí y mi cuerpo quería unirse con mi ambiente, mis pies querían dejar de viajar y echar raíces en una tierra extraña. No era el lugar físico, era donde estaba la otra parte que por tanto tiempo busqué y había perdido toda esperanza de su existencia.

Cada vez que viajo y regreso a Managua veo por la ventana mi pequeña y modesta ciudad. Siempre sonrío, siempre la amo, siempre la pienso como la mejor ciudad del mundo. Sus calles llenas de personas, sus buses repletos, sus calurosas tardes, su tráfico atestado, sus cicatrices de guerras, de malos gobiernos, de mala planificación le dan una bella forma. Esta vez, veía por la ventana y veía a Managua como un castigo. Por primera vez veía a mi propia ciudad con resentimiento, como el lugar donde no debía de estar. Me sentía que traicionaba la belleza de Managua. No quería que Managua pensara que la había traicionado por otra ciudad hermosa. No era así. No la traicionaba. Simplemente ahora entendía que no era el lugar donde debía de estar.

Me he convencido a mi mismo que para escribir una perfecta historia de amor se necesita un poco de sufrimiento y no hay sufrimiento más agónico, más grande, más insoportable, mis impotente que el de la distancia. Una distancia de océanos, de mares, de continentes, una distancia impenetrable.
Siempre mantengo mi idea de mi primer libro. Siempre pienso que el amor no es para todo el mundo. A veces llega y otras veces no llega, y que nuestra tarea es descubrir en que grupo de personas estamos. A mí me tocó. No solamente un amor perfecto, sino un amor de película.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Vacanze Romane


Todos hemos escuchado decir que “romance” comienza con “Roma” y que “amor” es “Roma” al revés. Y no es muy difícil imaginarse el porqué. Caminar por las calles angostas y empedradas de Roma es difícil contenerse y no besar a quien llevas al lado. Los ojos pícaros de los italianos, su sonrisa invitadora, y su acento al hablar te instan instantáneamente a pedirles matrimonio.

Cuando vine a Roma vine convencido de que el romance había muerto, no solamente en la bella y virgen América Central, si no que en Europa llevaba más años de muertos que en nuestro lado del Atlántico. Parece ser que Roma, o Italia en general es el lugar preferido para las parejas jóvenes en luna de miel. Verlos besarse en las calles, frente al coliseo, frente a iglesias, en las plazas, bajo un sol atardeciendo anaranjado a las 4 de la tarde, con miles de golondrinas volando de aquí para allá me causaban nauseas. Dejaba ir un suspiro de asco, y apresuraba el paso. Claro… muy poco les importaba a ellos si es que escuchaban algo del mundo exterior.

Luego mi teoría del romance muerto en Europa fue más que comprobada. Según la jerga Italiana “a Date” es un encuentro para relaciones sexuales casuales, “A relationship” es un acuerdo para tener relaciones más de una vez, y “to Love you” es únicamente “Hacerte el amor”. Vení, desvestite, disfrutemos, y luego regresa por donde veniste. Los bellos ojos azules de los Italianos, su sonrisa y todo su esfuerzo sirve para llevarte a la cama.

Y es que tiene sentido, en un continente donde personas menores de 40 solo buscan relaciones casuales, y los mayores de 40 buscan relaciones sin compromisos, es fácil acuñar la frase que un amigo Italiano me dijo “La degeneración Europea”. Los que venimos del lado de “la Ingenua América Latina” que nos digan “quiero amarte para siempre” significa que te queres casar conmigo, pero para estos dioses de narices largas significa que quiero acostarme con vos para siempre… siempre y cuando tengas el mismo cuerpo y los años no pasen por vos. Tarea muy difícil.

Historias de los años 50 donde las señoritas americanas venían a pasar sus vacaciones después de su último año de secundaria a Europa y se enamoraban, se casaban y tenían lindos hijos parece que ya no pasa. Si uno se enamora en Roma es únicamente de la ciudad.

La gente dice que lo inesperado siempre pasa… para mí eso no tiene sentido porque si lo inesperado siempre pasara, pues dejara de ser inesperado, pero a veces, una vez cada millón lo inesperado pasa. En las mismas palabras del Italiano, ¿Por qué tuvimos que estar los dos en el mismo lugar? ¿Por qué los dos teníamos que tener el mismo programa? ¿Por qué decidí venir a Italia y no Argentina? ¿Por qué él decidió salir esa noche? Pues no lo sé. ¿Tal vez una historia cósmica? ¿Tal vez los dos nos necesitábamos en ese momento y el destino confabuló para que los dos estuviéramos en la misma plaza esa misma noche.

No sé cuantas cosas se tienen que juntar para crear una historia de amor, pero lo que sé es que en estos días son más requisitos que se necesitan de lo que se necesitaban hace 50 años. Esas imágenes en blanco y negro de Vacanze Romane quedan en un pasado lejano. Pero las historias de amor que se escriben ahora no dejan de ser menos intensas, menos románticas, Roma no deja de ser la misma, Roma parece ser eterna.

Llega el día en que la Vacanze Romane tiene que llegar a su fin. Todo el romanticismo de Roma se pierde en un viaje a la realidad. A otras calles, a otras caras, a otras responsabilidades. Y ahora entiendo porque Amor al revés es Roma, porque Roma lo enreda, lo tuerce, lo deja irreconocible. El peso del final, y el aroma del adiós está en cada calle, en cada piazza, en cada beso frente a las iglesias. Se puede respirar la nostalgia de amores perdidos en el tiempo. Y cada vez que los minutos pasan esa nostalgia crece en el pecho y ya no se siente al corazón latir sino solamente esa negra mezcla de un fin abrupto y las miles preguntas ¿Qué hubiera pasado si hubiera vivido aquí? ¿Qué hubiera pasado si me hubiera quedado? ¿Qué hubiera pasado si se hubiera ido conmigo? Pero si solo una de esas preguntas se hubieran resuelto hubiera dejado de ser una Vacanze Romane.

viernes, 2 de noviembre de 2012

La Muerte del Romance


Una de las cosas que me impresionan son las habilidades sociales de los humanos. Como hemos construido y respetado reglas de comportamiento social por siglos, y un campo del comportamiento social humano que me ha apasionado más es la dinámica social de los solteros que ya no quieren ser solteros y empiezan una cruda casería en un mundo no del todo claro, lleno de personas con intenciones no del todo claras.

Estamos acostumbrados a leer libros, a ver programas de televisión y conversaciones con nuestros amigos y parece que el romance ha muerto. Ha dejado nuestro planeta hace un par de décadas atrás y ahora a los que nos toca vivir sin éste nos hemos convertido en humanos zombis que en vez de perseguir carne humana perseguimos el más mínimo rastro, el más mínimo indicio de lo que llegase a parecer al romance que estábamos acostumbrados a ver.

Hemos llegado al punto en que el amor a primera vista ya no es considerado como una señal de amor verdadero. Ese amor de Romeo y Julieta que solo se vieron de reojo en una fiesta donde sus caras estaban tapadas y se amaron literalmente hasta la muerte. ¿Qué habrá sido de esa bella historia en estos tiempos? Julieta no contestando los mensajes de texto, Romeo en Facebook coqueteando con otras chicas, después de todo ¿Para que meterse en problemas con su familia solo por una mirada de una chica que ni siquiera le vio la cara?

Me pongo a pensar ¿Cuántas miradas hemos tenido como la de Romeo y Julieta en esa fiesta? ¿Cuántas miradas de “me gustas” hemos tenido en fiestas, clubes, auto buses, estaciones, gimnasio? Y luego de la mirada ¿Qué hacemos? Volvemos a nuestros teléfonos, a nuestras pequeñas máquinas que fabrican citas. Volvemos a nuestro Facebook, a nuestros Grindr, Whatsapp y seguimos caminando, pretendiendo que nada ha pasado… y es que… sabemos que algo pasó pero igualmente nuestro cerebro ya no registra el romance y deja esa mirada en un limbo existencial que prontamente será aplacado por el mundo real. Y así es como vamos por el mundo matando historias de amor. Matando las historias más grandes que la humanidad pudo haber conocido como la de Romeo y Julieta.

¿A que le tenemos miedo? ¿A morir felices? Yo creo que es simplemente la frase que últimamente he escuchado y visto hasta el cansancio “tener mis opciones abiertas”. En un mundo que cada vez se vuelve más pequeño es fácil encontrar a la mejor alternativa siguiente, y aunque esa alternativa llegue siempre pensaremos en la siguiente, y en la siguiente y en la siguiente. Desgraciadamente habremos personas que aun somos capaces de poner un alto a esa cadena de mejores alternativas siguientes y capaces de quedarse en una de ellas, no por conformismo, sino porque sabe que es lo correcto. Pero en un mundo donde el romance ha dejado de existir a eso ya no le se llama hacer lo correcto sino estar desesperado… el problema es que una mentira que te la repiten cientos de veces se convierte en verdad, o por lo menos la terminas creyendo.

sábado, 27 de octubre de 2012

Amor en la estación Tiburtina.


Es sábado en la noche en la estación de tren, metro y bus de Tiburtina. Había pasado lloviendo todo el día de ayer y hoy amanecía con una niebla complaciente y la noche nos trajo bajas temperaturas. Hay una mujer gitana de pie con su acordeón y su larga falda colorida viéndose fuera de lugar entre las personas con sus bufandas, sacos, gabardinas y guantes. La gitana tenía solo de abrigo extra un pañuelo que cubría la cabeza. Seguramente ella tomaría el mismo bus que yo. Resultaba que donde yo me quedaba era una zona de gitanos. En las bancas hechas para dos personas estaba un chico sentado con ojos celestes profundos, alto, rubio, con barba cerrada muy cuidada y una nariz que de seguro se la dio su descendencia italiana pura. Seguramente pertenecía a una banda por la guitarra con su cobertor que cargaba en su espalda. Yo desde mi posición de pie noté su mirada más de una vez que apartaba rápidamente cuando levantaba la vista de mi libro. Habrá querido adivinar mi etnia, saber que estaba leyendo, o le habré gustado. No era la primera vez que me pasaba, resultaba que había robado miradas antes. El lugar a la par de él era el único lugar vacío. Pero no solamente estaba vacío, estaba seductoramente, tentadoramente, burlonamente, provocadoramente vacío. Estaba tan vacío que estaba más lleno que cualquier otra silla del lugar. No dudo que la chica de mini falda y medias negras que seguramente va a una fiesta no quiera sentarse a la par de él ya que lo ha estado viendo de vez en cuando. Levanto la ceja y él vuelve a apartar la mirada de mí rápidamente. La muchacha lista para la fiesta me ve. Tal vez con ojos de celos, tal vez con ojos de confusión de porque no me siento en el lugar vacío ya que ella no es la que está siendo invitada a hacerlo. Y de repente, cuando la silla vacía amenazaba con causar una escena, la mujer gitana pone su acordeón porque ya comenzaba a incomodar su hombro. De repente parece que la muchacha de medias negras y yo nos sentimos inmediatamente celosos. Enojados. Hubo una energía que recorrió el lugar. El muchacho de brillante ojos celestes lanza un suspiro, abre su mochila a sus pies, me ve por última vez y saca un libro que ocupó su mirada por el resto de los diez minutos que esperé para que mi bus llegara. La gitana recogió su acordeón y fuimos los únicos que nos subimos en el bus. Eso es lo que se le llama romance en Roma ahora.

*Recuento inspirado en un capitulo del libro de Candance Bushnell titulado “Love at the Bowery Bar, Part I”

jueves, 25 de octubre de 2012

Obra Maestra

En la entrega de premios de los Golden Globes, Elthon Jones dijo que Madonna no tenía ni la más mínima posibilidad de ganar como mejor canción con Masterpiece. Esa misma noche, Madonna compitiendo en la misma categoría que Elthon, ganó el premio. Cuando por primera vez escuché la canción me parecía que era una verdadera obra maestra. Lo que más me impresionó de la canción era una sola frase “After all, nothing is indiscructable”.

No importa que te hayas enamorado de una verdadera obra de arte, no importa que tu vida sea el hecho de conseguir esa obra de arte para uno mismo, incluso robarla… pero hay que mantener en la mente siempre que nada es indestructible, y que aunque no hayamos enamorado de una verdadera obra de arte no significa que esa obra de arte no se puede destruir.

Suficiente, es suficiente. No puedo seguir un paso más. Muchas veces no son las personas que nos decepcionan, algunas veces nosotros mismos hacemos ese trabajo sin ningún problema. Y es que a veces parece que nosotros actuamos en contra de nosotros mismos. Creamos historias, nos escondemos en recónditos lugares de una conversación, las interpretamos de otra manera y en menos que nos damos cuenta un castillo ha sido construido en el aire.

Nuestro mayor problema es idealizar. Idealizamos a la persona y la elevamos en un plano en que ellos mismos nunca han soñado estar. Ellos en su inmundicia humana, putrefacta y llena de errores, nosotros mismos los convertimos en dioses viviendo en el Olimpo. Los convertimos en los caballeros de brillante armadura que vienen a rescatarnos de nuestra propia inmundicia. No nos damos cuenta a veces que ellos vienen del mismo lugar que nosotros… o peor aun… aun más abajo que nosotros.

Somos personas consientes de nosotros mismos. Nos amamos, pensamos que somos inteligentes, interesantes, perfectos para una relación, capaz de darlo todo y pulirnos para convertimos en personas perfectas que relucen al sol. Creemos que eso nos dignifica, creemos que esa persona que nosotros creemos dioses pero de verdad vienen del corral de los cerdos nos hará una mejor persona. De esas personas que uno ve en la televisión que todo el tiempo pasan felices. Lo peor de todo es que para alcanzar un estado actuado, poco real, somos capaces de dejarnos ir. Nos dejamos ir y dejamos de ser las personas que éramos. Tratamos de conquistar, de acoplarnos, olvidamos rápidamente los defectos de las otra persona para convertirlos en perfectas características que nos harán felices por siempre.

Cuando se trata de relaciones ¿Cuánto estamos dispuestos a dejarnos ir? ¿En que punto nos convertimos en una persona que no conocemos? ¿En que punto nos deja de gustar el cerdo, dejamos de defender lo que toda la vida hemos defendido? ¿En que punto uno deja la vida que uno soñó para acoplarse a la vida que otro soñó para él mismo y que nosotros nos vemos como colados? No son preguntas retoricas. Yo sé la respuesta. Ese punto se llama locura. En el punto en que nos volvemos locos al pensar que nosotros no somos los deseables, que nosotros no somos los dioses que vivimos en el Olimpo. Perdemos nuestra mente, nuestra cabeza y nuestro propio ser al pensar que alguien que no se nos compara es de hecho alguien mejor que nosotros.

Hay billones de personas en el mundo y no creo que no haya allá afuera alguien me nos busca con las características que nosotros buscamos. Y no se trata de “besar sapos” se trata de besar sapos que sabemos que no son príncipes. ¿De verdad queremos ser sapos?

No importa en que etapa de la vida esté la otra persona. He escuchado (de mi mismo) en mi cabeza una y otra vez que tal vez la otra persona no está en su momento adecuado en vez de pensar que esa persona se ha quedado atrás dentro de su búsqueda interior porque yo sí que sé lo que quiero y sé en que momento de mi vida estoy, a donde quiero ir y como lo quiero hacer. Alguien que no lo sepa no merece nuestro tiempo, no merece nuestro apoyo ni mucho menos merece nuestras esperanzas porque nadie nos dio el tiempo, ni su apoyo ni sus esperanzas cuando éramos seres heridos y supurantes que caminábamos como leprosos buscando lo que queríamos de verdad.

Muchas veces una obra maestra solo se puede apreciar de largo. Y aunque de verdad esa obra maestra sea perfecta no significa que no sea destruible.

viernes, 5 de octubre de 2012

Érase una vez un Trauma

En el 2008 obtuve mi primer trabajo. Trabajaba en el mismo edificio que mi mamá e íbamos todos los días a almorzar a nuestra casa. Un día mi mamá dijo que se quedaría pues celebraría un cumpleaños a la hora del almuerzo. Yo estaba en ese entonces en una encrucijada amorosa. Estaba separado de mi pareja de años y estaba saliendo con la versión fresca de él. Al regresar a mi
rabajo luego del almuerzo me detuve en un semáforo pues estaba en rojo. Sería el quinto carro en la fila para pasar el semáforo. Yo siempre manejaba con mis audífonos a todo volumen. Recuerdo venía escuchando “Iris” de los Goo Goo Dolls… Era mí canción en aquel tiempo. Estaba “enamorado” de la persona con quien salía. Y de repente todo se detuvo en un segundo y un fuerte golpe movió mi carro chocando el que estaba frente mío.

Uno ve en las películas como los vidrios se suspenden el aire, y no es solo por adornar el relato pero hay un microsegundo en que eso pasa. Mis audífonos salieron volando, todos los vidrios se quebraron y cuando pude levantar mi mirada luego del shock solo veía gente alrededor de mi carro gritando. “Esta vivo” decían, lo cual me asustó más. Sabía lo que había pasado. Me habían chocado. Al comentario de la gente comencé a analizar mi cuerpo sin tocarlo. Sentir donde me ardía, donde dolía, donde sentía húmedo. Nada. Todo parecía estar bien, pero había visto demasiadas películas para confiarme. Me comencé a tocar la cabeza, el abdomen… nada. Todo estaba bien. Volví a ver atrás. Había sido un bus. Se extendía mi mano hacia atrás podía tocar el bus. Al chocarme hizo un efecto en cadena arrastrando los 4 carros delante de mí. Veía que de esos carros la gente era bajada con ayuda. La ambulancia llego. Fue cuando volví en mí mismo y salí del carro. Todos los canales de televisión estaban ahí, apuntándome. Mi carro era irreconocible. Había quedado como lata.

Desde ese día, cuando me paro en un semáforo porque está en rojo, veo el espejo retrovisor y no estoy del todo tranquilo si algún carro no se pone detrás de mí. O Cuando veo un carro aproximarse lo único que logro imaginar es que no tiene frenos y me chocará. Si voy con audífonos me los quito, mis sentidos se vuelven muy felinos. Tengo un trauma. Y es que parece más que obvio que una vez pasamos por una situación traumarte dejamos de ser nosotros mismos y nos convertimos en personas paranoicas, inestables, nerviosas y muy observadoras.
Desgraciadamente no solo los coques son la única razón para los traumas… porque después de todo ¿A quién molesta un poco de cautela en los semáforos? También las relaciones nos causan traumas… y eso en mi opinión son los traumas más dolorosos y los que de verdad hacen meya en nuestra dinámica social de la misma manera que ese choque traumó mi dinámica vial.

Somos engañados la primera vez. Nos duele. Nos revolcamos del dolor en nuestra cama. Lloramos. Nos preguntamos una y otra vez las razones de todo aquel despropósito. Y luego crecemos. Nos sale una cicatriz, tenemos nuestro trauma y vamos por el mundo medio mutilados, tratando de volver a caminar. Luego nuestra dinámica comienza a cambiar, a veces de poco, a veces de mucho. Conocemos a alguien y nos volvemos mas perceptivos, tratamos de asentar en nuestra cabeza que esta nueva persona es fiel. Dudamos. Nos retraemos. No progresamos. Nos preguntamos una y otra vez si es lo correcto. Y solemos perder a esa persona.

Uno de los consejos más frecuentes que escucho de las personas es “vive el momento, no te preocupes lo que pueda pasar. Deja de pensarlo todo”. Ante mi Dios de testigo que lo intenté… hasta muy pronto descubrir que no soy del tipo de personas que caminan por el mundo sin pensar en las consecuencias de las acciones que tomo hoy. Si conozco a alguien tengo que medir hasta donde conoceré a esa persona, hasta donde estoy dispuesto a tolerar diferencias y hasta donde estoy dispuesto a comprometerme. Si hace un comentario “yo pienso que la fidelidad es relativa” no puedo dejar de pensar que esa persona no servirá para mis propósitos y por el cual en esa misma cita está descartado. “Pero relájate. No pensés” me dicen. ¿Cómo no pensar? No soy del tipo de personas que anda por el mundo sin pensar. Tengo demasiados traumas para andar pretendiendo que no los tengo.

Una vez visité un muy buen terapeuta. De verdad me interesaba saber el porqué de mis dinámicas de citas y sociales un poco… rayando la locura. Fui porque había alguien con quien salía que no estaba encaminado a una relación conmigo como yo quería que así fuera, y otra persona que quería la relación conmigo pero yo no la quería. Luego de varias citas (que conveniente para él) y después de explicarle mi vida familiar llegó a la mas asombrosa conclusión (que yo nunca la hubiera pensado). Resulta ser que mientras la otra persona se muestre interesada y satisfaga lo que yo quiero oír entonces yo me aburro y me voy. Lo único que quiero es “cazar” a la persona y una vez gano me voy de la escena para siempre. Y la persona que no estaba encaminada a una relación conmigo aun no había sido “cazada” y eso es lo que me mantiene con mucho interés. Claro que también le echó la culpa a mis padres. Parece ser que fui un niño con muchas ganas de aprobación, pero esa aprobación no llegaba de mis padres. Tal vez no jugaba del todo bien baseball. Y ahora voy por el mundo buscando la aprobación de mi familia en mis parejas amorosas. Una vez la tengo, mi misión está cumplida y sigo buscando a alguien más que me apruebe.

Triste. Literalmente casi me echó a llorar en ese mismo instante. Había basado mi existencia y estabilidad mental en la premisa que yo no era el del problema sino las demás personas. Eran ellos los que estaban defectuosos, eran ellos quienes no me daban lo que necesitaba y al final de todo la mentira que todos los solteros nos decimos en secreto “ellos se lo pierden”. ¡Ahora resulta ser que no eran ellos sino yo! Lo que aun es peor… porque antes podía decir que como ellos eran los culpables yo no necesitaba hacer nada más que esperar al correcto. ¿Qué tal si “el correcto” ya pasó y lo ahuyenté? ¿Qué tal si conozco “al correcto” antes que pueda superar este problema? Ahora no es el mundo que tiene que cambiar si no yo.

Venimos a este mundo completamente nuevo de paquetes. Sin una sola cicatriz en nuestra piel, sin uno solo trauma en nuestra psiquis, pero a medida que pasa el tiempo nos caemos de la bicicleta y tenemos una cicatriz y nuestro primer trauma. Somos personas heridas que caminamos por ahí como zombis con nuestras heridas, algunas cicatrizadas, otras aun supurando. Vamos ahí como humanos defectuosos, en deterioro, traumándonos más todos los días, llenándonos de cicatrices. Luego pensar que ahí en el mundo hay otra persona con otras cicatrices y traumas cuya intensidad se acoplan perfectamente con los tuyos. No sé si eso es triste o romántico y el no saber distinguir entre esos dos es triste. Muy triste.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Sueños de una conversación en una noche de verano.

- Mi mayor miedo… al punto de fobia… es morir solo
- Si, el mío también… pero vos no vas a morir solo, voy a estar con vos
- ¿De que estás hablando? Vos sos mayor, técnicamente yo voy a estar con vos cuando muras y a mi me va a tocar solo.
- No… porque vamos a morir juntos



Él había escuchado decir muchas cosas bonitas en su vida. Muchas ya las había escuchado. Pensaba que nada lo podía impresionar. Pero en ese momento sus ojos se llenaron de resplandor y pudo transportarse hasta ese momento en donde los dos estén juntos. Lo abrazó.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Carta Abierta

No sé cuantas veces he escuchado a la gente decir que si bien un día estás arriba en el otro estás abajo. Y la verdad es una de las verdades que más se ha representado en mi vida. Yo creo que soy una persona que necesita la aprobación de las otras personas, siempre tengo la extraña necesidad de caerle bien la gente, y hacer entristecer a una persona por algo que yo no quiero hacer es algo que nunca he soportado.

Recuerdo bien el día que nos conocimos. Tal vez no la mejor historia de amor. Pero si recuerdo haber pensado que esto me iba a durar más de lo que me habían durado relaciones así en el pasado. No estoy para contarte todas las rocas que encontramos en estos largos años de convivencia porque los debes de conocer igualmente que yo. También no tengo la necesidad de mencionarlo porque ya en mí figuran como un largo recuerdo que ya no me afecta.

Cometí muchos errores, y probablemente cometí el peor de todos, el error de no haberte sido cien por cien honesto. Pero desde la última vez que nos separamos y te vi irte por una puerta echando escharchas y arcoíris de lo enamorado que estabas yo ya no era el mismo. Logré romper círculos dentro de mí y quebrar patrones que hasta ese momento me habían convertido en un ser humano supurante. Desde esa vez que saliste por esa puerta mientras yo lloraba amargamente en el fondo de mi autoestima, y luego te vi regresar y entrar por la misma puerta ya sin cicatrices de esas lágrimas que había derramado, se me olvidó decirte que ya no era el mismo.

Ahora me podía amar, podía estar consciente de lo que era y de lo que capaz que era, ya no necesitaba de nadie más. Tal vez se me olvidó decirte eso. Tal vez porque pensé que vos ya habías aprendido eso antes que yo. Se me olvidó decirte que mi amor había muerto, que lo habías matado y que a mí me había tocado enterrarlo, y aunque no te deseaba ningún mal aun así te quería… tal vez ahora solo como una persona. Tal vez se me olvidó decirte que yo iba a “tratar” de colocarme en el lugar donde antes estaba… en un lugar donde te amaba profundamente. Fue mi error. Se me olvidó decírtelo. Perdón.

Lo que más me duele de todo esto es poder escucharme a mí mismo en todo lo que decía ahora. Cada idea de mejorar, cada ruego, cada estrategia… eran las mismas que yo tenía. Las mismas que te decía, las mismas que rechazabas con las exactas mismas palabras que ahora lanzaba contra cada una de las tuyas. Lo que más me duele es que me duele dentro de mí al escucharte decir mis palabras y saber lo que estás sintiendo, la impotencia, las ganas de gritar, las ganas de llorar, el dolor en el pecho… lo mismo que sentí yo. Me duele el saber que tengo tatuado en mi alma tu dolor porque yo mismo lo sentí.

viernes, 7 de septiembre de 2012

No solamente un día de esos

Hay días especiales. Hay días que aunque sepás que la gente no lo vaya a ver especial vos sabés que para vos si lo fue. No es por conocer a alguien, no es por una fiesta, no es porque hayas obtenido un bien trabajo, es simplemente el día en el que hago te pasó.

Me había ido a la cama alrededor de la media noche. Una vez que mi nuevo amigo tico se fue, yo me quedé en mi misma mesa simplemente viendo el tiempo pasar, las estrellas, el mar, la vela frente tuyo. Poniendo tu mente en blanco. Decidí ir a acostarme en una bella hamaca para poderme dormir bajo las estrellas. Pero ese inusual espectáculo de estrellas amontonadas brillando, en una noche en al pacífico de Nicaragua, en un pueblo de menos de 10 familias, sin luz eléctrica (ese día no hubo servicio) las estrellas se veían perfectas. Recuerdo haber visto una estrella fugaz. No recuerdo para ser honestos cuando fue la última vez que vi una así tan perfecta, clara, tan cerca. Me atreví a pedir un deseo. Y si de verdad era una estrella fugaz y no un pedazo de basura que nuestros exploradores espaciales hayan dejado entonces ahí en el universo habrá una estrella que lleva mi deseo cargando.
Me fui a dormir en mi dormitorio que comparto con otros turistas. Ninguno hispano. Me sorprende que hasta este momento no me hayan pedido toallas limpias. Es medio raro ser minoría en un lugar donde se supone debes de ser mayoría. Me desperté la mañana siguiente con una sensación que el chele que dormía a la par mía estaba moviendo mi cama con su pie que siempre quedaba flotando en el aire cerca de mi cama ya que su altura no le permitía caber completo en la cama.

En cuestión de menos de 2 segundos me di cuenta, o entré en cuenta, que no era él quien estaba moviendo mi cama y a que aquello se trataba de un temblor. Un temblor de tal magnitud que yo nunca había sentido. Viniendo de una ciudad donde los temblores son comunes de verdad me sorprende haber sentido que ese temblor no era como los otros. Era más fuerte. En cuestión de segundos el Staff del hotel comenzó a gritar histéricamente en todos los cuartos que era un temblor que saliéramos de inmediato.
Para ese entonces yo ya estaba de pie a la orilla de mi cama tratando de ponerme una camisa mientras el movimiento se volvía más intenso. Pensaba cada vez más que la situación se estaba saliendo de control. El hotel tiene como decoraciones botellas de vidrio colgadas a manera de lámparas. Las botellas comenzaron a ser tanto ruido cuando chocaban unas con las otras que entre las preguntas de confusión que me hacían los demás huéspedes que le tradujera lo que el Staff estaba gritando, los columnas de madera rechinando, los gritos desesperados del Staff, la gente que corría en el segundo piso del hotel que era de madera, y el raro sonido de la tierra tan bélico cuando ésta se mueve contribuyó a que todos entráramos en un momento de pánico.

Todos salimos donde las mesas del restaurante estaban, aun temblaba y podía ver como los centros de mesas se caían, las botellas se golpeaban unas con las otras y el Staff del hotel asustado. Inmediatamente fue a ver el mar. Todo parecía tranquilo. Entonces me entró el peor miedo de todos. Managua. El temblor había sido exageradamente fuerte, mi lógica me decía que debió de haber sido un terremoto en algún otro lado. ¿Managua? Mi familia, mis amigos, mi casa.

Comencé a preguntar al Staff del hotel confundido como todos que si había sido en Managua. Que necesitaba saber sobre Managua. ¿Qué iba a saber el pobre si lo mismo que yo sabía era lo que todos sabían? Rápidamente el Staff del hotel nos pidieron que empacáramos todas nuestras cosas y las pusiéramos sobre la cama.

Traté de llamar a mi mama. No había línea. Con costo había señal en aquel recóndito lugar. Necesitaba saber. ¿Qué iba a hacer? Tendría que regresar peros i había sido en Managua nadie me va a querer llevar ahí. Mi mamá trabaja en un 10mo piso. No puede bajar escaleras rápidamente. Todo se disipó cuando lograron conectar la televisión. Lo primero que leía fue unas grandes letras amarillas que decían “Alerta de Tsunami en costas del Pacifico”.

La preocupación que había sido en Managua se desapareció pero luego vi que era yo el que estaba en el lugar de peligro no mi familia y amigos en Managua. El Staff del hotel se volvió aun más histérico. Nos pidieron rápidamente que sacáramos nuestras cosas de nuestros cuartos y las pusiéramos en el parqueo. Todos obedecimos. Apagaron la televisión y nos informaron (para mí en una manera un poco pintoresca al punto de no creer lo que escuchaba) que nos evacuarían en una camioneta del hotel a una colina porque “La primera ola del tsunami va a impactar la playa a las 9:50am” vi mi reloj. 9:30. Le dije al muchacho que estaba bromeando. Que no podía ser posible. Que me dijera si era una broma. Me dijo que era verdad.

Nos montamos en la camioneta con miles historias de los locales. Noticias no confirmadas. Inventadas tal vez. Pero que no tenía manera de comprobarlas, sin teléfono, sin internet, sin televisión. No me quedaba de otra que escuchar historias de evacuaciones masivas de San Juan del Sur (Una ciudad cercana junto a la playa) sirenas de tsunami sonando en las playas de Managua.

Llegamos a la colina desde donde podíamos ver la playa, y una playa vecina “Gacalito de la Isla” donde está un lujoso resort y construcciones por todos lados. En menos de 10 minutos de haber llegado a la colina pude ver 4 buses parqueados en Gucalito de la Isla y un sin número de empleados, constructores, Staff y huéspedes del hotel haciendo una línea para montarse en el bus. Todos se fueron. Eso me asustó aun más. La histeria no era solamente en la comunidad donde yo estaba. De verdad estaban evacuando. Pero lo que más me asustó fue que apenas 15 minutos de llegar a la colina dos helicópteros del ejército sobrevolaban la zona una y otra vez. Debió a haber sido grande pensaba. De verdad deben de estar evacuando San Juan Del Sur. ¿Se acordaran de nosotros?

Tomé la decisión de irme de Playa Gigante. Les dije que iría a Rivas. Me dijeron que tendría que caminar mucho pues no había transporte (No por el Tsunami sino porque nunca hay transporte para llegar a esa comunidad). Les dije que no me importaba caminar un poco. Entre más me aleje de la playa creo que será mejor.

Y comencé a caminar con una mochila que pesaba alrededor de 50 libras. Veía los camiones de personas que se estaban alejando de la playa. Buses de otros resorts cargados de su personal. Yo sabía que de haber habido un tsunami ya debió de haber pasado, pero igual era bueno que evacuaran a todo el mundo. Me dio aventón una pareja de un muchacho muy simpático Brasileño y su novia Australiana. A esta última le faltaba gracia. Al ver el sexapil de un hispano junto a alguien de raza fría, la simplicidad de lo blanco de piel se vuelve mucho más evidente. Ellos estaban pescando (en la zona o uno pesca o uno surfea… solo yo que no andaba haciendo ni lo uno ni lo otro) cuando ocurrió el “terremoto” como ellos lo llamaban. Y aun estando en el mar se dieron cuenta de que se trataba. Regresaron a tierra, tomaron su carro y fueron tierra adentro, ahora regresarían a la playa donde estaban. Me ahorraron más o menos 5 kilómetros de caminata.

Espere un bus que me llevaría a Rivas en un paraje inhóspito pero que me habían asegurado que era una parada de bus. Unos me dijeron que a las 1 de la tarde pasaría uno, otros que a las 11. Yo sin saber idea que hora era porque todos mis aparatos estaban sin batería decidí acostarme en una suerte de parada de bus a leer y a esperar que algo pasara.

El bus me llevó a Rivas donde resultaba ser que no había buses a San Juan del Sur por el tsunami. Tenía que esperar a que levantaran la alerta (otras 3 horas más) para poder tomar un bus a San Juan del Sur donde conocería a un amigo de los Estados Unidos. Tomé un taxi de Rivas a San Juan del Sur por el 1000% más de lo que hubiera pagado en un bus.

San Juan del Sur era un pueblo fantasma. El 95% de todos los comercios estaban cerrados. Muy poca gente en la playa. Fui al hotel donde siempre me quedó. Me dieron una habitación y me dispuse a descansar antes de salir al encuentro de mi nuevo amigo.

Nunca olvidaré el día.

jueves, 6 de septiembre de 2012

El árbol que se sentía reprimido cuando todos lo pensaban dignificado.


Siempre me ha gustado pensar en el aire como un punto geográfico mesurable y con conciencia, y de esa misma rara manera he visto a los árboles como seres consientes que guardan toda su experiencia adquirida por su inmovilidad. Experiencia que yo traducía como sabiduría.

Desde el inicio de su historia este árbol había sido germinado alimentándose de nada más que la tierra misma. Quien sabe hace cuantos años. De seguro muchos antes de haber visto a los primeros habitantes de la playa. Me imagino las primeras imágenes del árbol. Ver gran pedazo de vista. Las olas romper una tras otras enmarcadas por montañas de mas árboles. Podía ver los misterios de la inmovilidad, la vida como estaba destinada a ser sin los humanos. Lo único que escuchaba era el viento y las olas al romper. Nada más.

Ahora el árbol fue ocupado como parte de la decoración del lugar. En medio de la construcción de madera para turistas de bajo presupuesto y en búsqueda de su yo interior. Un ambiente seguro para cuando los niños en su búsqueda personal se cansen de la verdadera naturaleza y puedan llegar a un lugar con sábanas limpias sin aun perder la apariencia que están a la intemperie.

Todos aclaman al constructor, dueño, diseñador. Salvarle la vida al árbol incorporándolo a la construcción. Que sea el tema central de su hotel, bar, restaurante, hostal. Creen que el árbol ha salvado su vida y ahora ha llegado a ser dignificado. ¿Dignificado por que la raza humana lo considere así?
Admiran el hecho de que al árbol ahora consta con un enchufe eléctrico incorporado, y ahora no solamente es parte del ambiente e interior del lugar si no que ahora era una decoración funcional. Todos los niños con sus blogs (ya sé lo que están pensando) conectaban sus portátiles al árbol para poder escribir inspirados entre alcohol, falta de responsabilidad y futuro, drogas y lujuria como se veía el atardecer en ese momento. Justo frente a la playa.

Pobre mi amigo árbol. Una vez vi que en Guantánamo un método de tortura (o como nos han enseñado a decirlo “métodos amistosos de persuasión”) en donde encierran al prisionero en una suerte de celda y le ponían una canción de rock pesado una tras otra y otra vez. Las personas (generalmente no hablan inglés no sabe cuándo empieza o termina la canción) y eso básicamente los vuelve locos. Pienso de esa misma manera con este árbol. Luego de haber pasado décadas escuchando nada más que las olas ahora se encuentra a hippies tontos hablar sobre cuál es el problema del primer mundo y como componerlo. Pobre. Según él… ha tocado fondo. Para nosotros estaba dignificado… le hemos salvado la vida. Buena dignificación.

martes, 4 de septiembre de 2012

El tico que le tenía miedo a las cosas marinas

Era solamente mi primer día de vacaciones. Llegue al hotel, rápidamente pedí una habitación y luego me quede dormido por aproximadamente 40 minutos. No había almorzado aun y ya que no hay horarios ahora me dispuse ir a la orilla de la playa a tomar algo. Al salir un muchacho me sonrió. Le sonreí de regreso y me fui a sentar. Llegué a la barra unos minutos después para ordenar algo de comer y vodka.

Tenía la mirada del muchacho justamente en mi nuca. Lo volví a ver y me sonrió y se presento. Desde que le escuché sus primaras palabras supe que era tico, o peor aun un nica con acento tico. Me confirmó que era tico y que estaba solo de vacaciones. Para ese momento yo ya estaba un poco incomodo. Le dije que estaba escribiendo en una mesa, si quería se podía llegar después. A lo cual respondió que eso era justamente lo que iba a hacer en ese momento. Me reí un poco en mi cabeza.

Llegué a mi mesa y comenzó a hablar. Nos contamos nuestras historias y travesías para llegar al lugar donde estamos. Luego que la conversación avanzó su personalidad se volvía mas caricaturesca, mas étnica, mas estereotipo. Nuestros padres, las reglas, normas, profesores, televisión… en fin… todos, nos han dicho que nunca juzgues un libro por su portada. Que los estereotipos no son ciertos. Pero frente a mí se desvelaba el estereotipo del tico según nosotros los nicas.

Para empezar lo tuve que corregir muchas veces por su falta de pronunciación de la letra “r”, no por burlarme de su acento si no que mis oídos sangraban cada vez que escuchaba como la “r” era minimizada y mal pronunciada. Me dijo que venía de una ciudad que quedaba junto al mar. Una ciudad balneario. Yo con la humidad del nica le dije que era muy bonito vivir en un pueblo junto al mar. De repente, el tico sintió que le habían ofendido. Me corrigió inmediatamente y me dijo muy certeramente que no era pueblo si no una ciudad. Con edificios de 50 pisos, hoteles, resorts y hasta ahora va a haber un estadio olímpico pues ahí será el mundial femenino de futbol de la FIFA. Le dije que estaba bien, mientras me tomaba un trago de cerveza para tratar de bajarme el anonadamiento en ese momento. Pero ese “esta bien” lo interpretó como si dudaba. Me volvió a repetir lo mismo… los edificios de 50 pesos, los hoteles, los resorts, el estadio, el mundial de futbol… como si con solo volver a escuchara me bastara para quitarme la duda. Y es que de verdad no dudaba… pero como humilde nica solo he visto pueblos a la orilla del mar. Y como en Nicaragua no tenemos ciudades a la orilla del mar con estadio olímpico me dio la impresión que así era en todos lados, pero parece que no.

Y es que de verdad yo no soy muy partidario de los estereotipos, pues si de verdad se viviera por eso yo tendría mucho que perder como hispano mestizo. Pero me duele decirlo, o mejor dicho tal vez no me duele tanto en este caso si no me provoque una gracia exorbitante dentro de mí, pero tenía frente a mí el estereotipo del tico. Hasta pude sentir escalofríos en mi piel que de seguro era la reacción de mi cuerpo por una pequeña reivindicación de mi raza frente a un tico. Dudo que él haya notado la reivindicación pues no creo que su pensamiento llegue más allá de la perfección que resultó ser su patria.

Generalmente se cree que aparte de homosexuales los ticos son drogadictos. Luego de haberme pedido marihuana mi invitado tico me ha contado experiencias fuera de este mundo con las anfetaminas. Le traté de ver los dientes (pues había escuchado que las metanfetaminas hacen que se te caigan los dientes) los tenía todos. Que en su país era muy fácil conseguir éxtasis, marihuana, cocaína y metanfetaminas… y se ha visto un poco contrariado de este lado de la frontera porque parece que aquí “la gente es muy conservadora con las drogas”. Según este ciudadano en su país la policía sabe todo de expendios pero se vende y consume libremente. Lo que me dan ganas de añadir “Gracias vecino por tu apoyo en la lucha contra el narcotráfico”. ¿Qué haríamos sin ellos?

Luego me contó una historia de que ayer había visto dos militares en la playa donde él estaba (A la par de donde yo estaba). Yo no le presté atención y no hice ningún comentario. ¿Qué iba a decir? Hizo referencia a eso 3 veces hasta que insistió en mostrarme una foto que había tomado de los militares por si yo no le había creído. Luego entendí. ¿Era paranoia ya que estábamos cerca de la frontera con su país? ¿O simplemente asombro de ver militares ya que el suyo supuestamente no tiene ni uno?

Pero el colmo de la noche, de la ignorancia o tal vez no ignorancia sino de… bueno no sé. Ignorancia tal vez en la palabra correcta pero no quería ofender mucho. Hablando de nuestra independencia el recalcó que nuestra independencia era el 14 de septiembre. Me detuve en mis pensamientos, creo que en ese momento las olas se detuvieron también. Le dije que la independencia de Centroamérica era el 15 de septiembre. (por cierto nosotros tenemos feriado también el 14 de Septiembre y tal vez se ahí vino su confusión). Pero él estaba segurísimo que la de nosotros era el 14 de Septiembre y que por eso lo teníamos feriado porque… [Prepárense]…. A nosotros nos llegó primero la noticia porque venía en caballo… y a Costa Rica llego el 15 de Septiembre.

Me he soltado una risa incontrolable. Y en ese momento decidí hacer honor a este encuentro gracioso poniéndolo en un blog. Luego que me detuviera de reírme (mientras él se reía como loco también) le expliqué como eran las cosas. Pareció entender. Y con toda mis esperanzas puestas que de verdad entendió para que por lo menos sepa algo de historia de su región.

Luego me contó que el 14 de Septiembre ellos tienen un festival al cual llaman desfile de faroles. Y lo que a continuación me narró me pareció algo tan tico que no me lo pude imaginar en otro lugar. Empezó el 14 de Septiembre del año de la independencia cuando todas las familias (sin luz eléctrica en ese momento) salieron a las calles con faroles a esperar la noticia de la independencia todos los “chiquillos” con educación y respeto a la nueva independencia. También añadió diciendo “No eran faroles como los de ahora que son de lámparas porque no había luz eléctrica… pero ya teníamos faroles para esos tiempos” me reí. Lo más fuerte que pude. Me imaginé dentro de mí como habrán recibido la noticia de la independencia en León… Con machete, aguardiente, pistolas y borrachos. Muy nica.

Mi Primer Día en el Paraíso


Un día discutía acaloradamente con una mujer avanzada en sus 30s, con dos hijos, y con un trabajo que por coincidencia de la vida era lo que yo hacía hasta hace unos días atrás. Me gusta creerle que de verdad era lo que hacía, pero la verdad lo dudo. Se sorprendió de mi corta edad, y de que ese era el primer trabajo que había tenido desde que me gradué. Según ella tuve mucha suerte en tener ese tipo de trabajo en el primer intento, en la primera entrevista, en el primer trabajo que obtuviste dos semanas después de tu ceremonia de graduación.

Le conté también que había renunciado y que ese justamente era el primer día que oficialmente estaba sin trabajo. De repente parece que lo que decía ya no tenía sentido para ella. Su primera pregunta fue “¿Por qué?” y sin dudarlo le dije que no me gustaba mi trabajo, lo odiaba, trabajaba demasiado y con costo tenía tiempo para mí mismo. Mi miró con una cara de confusión sobreactuada en su embriaguez. Me miró como si literalmente yo viniera de otro planeta, como si venía de los años 60s, como un hippie sucio, vago, sin deseos de superación sin querer trabajar.

Me dio una charla. Literalmente esta mujer por arriba de sus 30s, con dos hijos, y ebria me quería o pretendía o su intención de la noche era enseñarme de que se trata el mundo real. Siempre las persona hablan del mundo real y la verdad (o por lo menos yo pienso) nadie cree estar viendo en el mundo real. Literalmente todos se creen tan afortunados para no estar viviendo en el mundo real. Tal vez el mundo real no sea tan peligroso como nos lo imaginábamos. Me dijo que ella ha estado trabajando hasta el cansancio desde que tenía mi edad y eso la ha hecho llegar al lugar donde ella estaba, eso la ha hecho la mujer que es ahora. Y eso me hace pensar… ¿en que lugar crees que estas? ¿Literalmente me lleva 10 años y ella ha luchado toda su vida laboral por el mismo lugar donde yo estaba?

Me reclamaba, literalmente me decía que mi decisión había sido una gran irresponsabilidad. ¿Después de todo, la vida no se trataba de responsabilidades tras responsabilidades, luego marido, hijos, universidades que pagar, hipoteca que pagar, planes de pensiones que pagar? ¿Qué tal si la vida bien vivida no es así? Y es que solo el hecho de cuestionar el status quo parece ser tan agobiante, tan ilegal, tan fuera de los límites de la tolerancia cultural. Puedo tolerar que seas homosexual, que tengas tendencia comunista, que hayas ido a colegio privado, que seas menor que yo, pero lo que no puedo tolerar es que dejes un trabajo por tu propio placer.

Me dio una charla de aproximadamente media hora. Los acompañantes me quedaban viendo como “¿Qué es lo que él dirá ahora?” esperando mi ataque, esperando mi retorica socialista, ambientalista, de integración con cultura y naturaleza, o simplemente mi respuesta de un hombre de ciudad estresado. Solo le dije “Hay diferentes direcciones que le queremos dar a nuestras vidas” a lo cual ella asintió y admitió que después de haber trabajado tanto se siente cansada, con ganas de salir corriendo.

No sé si mi aventura me llevará a un verdadero encuentro personal o de verdad a redefinir mi legado indígena. Nunca me ha gustado ser tan optimista con las cosas. Pero mi primer viaje anómalo me hace pensar que ha sido un buen inicio. Luego de esperar por buses, viajar en camiones, y luego de mucho caminar me encuentro en el mejor lugar del mundo para mí en este momento.

Apenas llegar al hotel, leer un rato en la cama y dormir, encontré a alguien con pasar la tarde. Me pregunto si fuera esa personas legendaria que se sienta en el mismo lugar todos los días de su vida en un bar frente a la playa y siempre, todas las noches sin excepción tener un compañero de mesa, de tragos y de historias… muchas inventadas, pero al fin y al cabo historias. Aun no se que dirección le quiera dar a mi vida, si este espíritu de aventura se me acabe cuando se me acabe el dinero o si solo será una semana luego de regresar arrastrándome a mi trabajo para que me lo den de regreso.

lunes, 20 de agosto de 2012

15 Años

Hace muchos años iba con mi mama en el carro, ella iba manejando y la radio estaba encendida. De repente comienza a sonar la canción Angie de The Rolling Stones. Mi mama le subió el volumen y dijo “Esa canción la baile yo en mi fiesta de 15 años”. Desde ese mismo momento la fiesta de los 15 años de mi mama fue un tema oculto que me obsesionó. Me los imaginaba, me la imaginaba a ella, de niña, con su vestido y amistades. Algunas veces nunca pensamos en nuestros padres de niños, creo que hasta ese momento nunca me había imaginado a mi madre de adolescente. Una Rosaura sin conocerme, sin idea de mi existencia, sin amor hacía mí. La sola idea de una Rosaura ajena a mí me parecía un poco transtornante.

Desde ese momento revoloteó en mí esa noche de la fiesta de sus 15 años. Sabía lo importante que era para una niña hispana su fiesta, y más aun en esos años cuando un carro o un viaje por Europa no eran canjeables por tu fiesta y aunque lo hubiera sido las niñas siempre hubieran preferido su fiesta. Aun con mi obsesión interna con ese tema yo nunca pregunté ningún otro detalle de esa fiesta. Como con quien bailó esa canción porque no creo que haya sido el vals que bailaría con mi abuelo… y aun mas allá de eso… ¿porque se acordaría de esa canción en vez de su vals? Sería mi historia recreada en mi cerebro.

Años después, unos días después que muriera mi tío, su viuda nos entregó un álbum de fotos. Lo llevamos a casa y lo vimos. No era gran cosa. Fotos nuevas y viejas de la familia. Y entre las páginas había una foto, y si mi mamá no hubiera hecho ningún comentario esa foto hubiera gozado de medio segundo de mi atención antes de pasar a la siguiente página. “Una foto de mis 15 años” dijo. Tuve un pequeño ataque. La vi. Era la foto perfecta. Ella de pie, con su vestido un poco debajo de la rodilla, sencillo, zapatos un poco altos de niña, y una gran sonrisa de “este momento es perfecto”. Se veía una banda (o por lo menos un tipo con una guitarra en el fondo) y un pastel de dos pisos. A pesar que la foto no era en color si no en sepia podía distinguir (o imaginarme) el tono rosa de su vestido y el Cataño de su pelo.

Esa niña nunca se imaginaria la vida que llevaría, los trabajos que llegaría a tener, el hijo, la casa… esa niña no sabía nada. Lo único que sabía era que era su fiesta de 15 años y estaba feliz. El mundo pudo haber terminado al día siguiente y a ella no le hubiera importado. Las madres viven la vidas de sus hijos, de su esposo y de último viven las de ella. Una madre se desprende de su misma persona para pasar toda su vida preocupándose ya no por ella sino sus hijos. Pero esa Rosaura no tenía hijos, esa Rosaura era egosita, solo se tenía a ella misma y ella misma era lo único que le bastaba. Tenía todos sus regalos esperándola en su cuarto, no sabía que quería que llegara primero, si la banda que comenzara a tocar o bailar con esa persona con quien bailó Angie.

No puedo creer lo tanto que me obsesiona esa foto desde entonces. Reconocer pequeños detalles de la casa de mis abuelos. Ver que recuerdo las formas de las ventanas antes que las cambiar, el color del piso y pequeños rasgos en mi mamá. Debió de haber sido un día muy feliz para ella. No tenía esposo ni hijos en que pensar. Aun les faltaba todas las decepciones de la vida adulta, los problemas, el matrimonio, el hijo, el trabajo, las cuentas… solo le preocupaba que ese muchacho la sacara a bailar Angie.

Nunca le dije nada, nunca pregunté nada más. Esperar que la información llegue a vos es mucho más divertido que buscarla. Un día mi mama me llego a traer al trabajo y fuimos a la casa de unos compañeros de trabajo de ella que la habían invitado a tomar vino. Ya cuando nos habíamos tomado tres veces la canción perfecta sonó en el equipo de sonido de nuestra anfitriona. Angie. “Mi canción de mis 15 años” dijo. Creo que habré sonreído. Y luego vino el más maravilloso recuento de ese día, y tome una postura de quien tiene el gran tesoro de la vida frente a él y la única manera de obtenerlo es mostrase indiferente:

“Mi mamá ese día me llevó a comprar mis zapatos a la Zapatería [Dijo el nombre de la Zapatería pero no me acuerdo] que en ese entonces todo el mundo iba ahí [Managua siendo una ciudad tan pequeña todos conocía cada tienda de la ciudad]. Mi mamá como era costurera ella ya me había hecho el vestido con unos vuelos en el hombro que me encantaban [Recordé los vuelos en la foto mientras tomaba un trago de vino para parecer distraído]. Ella [Mi abuela] quería comprarme unos zapatos planos, pero como yo siempre he sido bajita yo le dije ¡Mamá, mamá yo quiero los de tacones! Y mi mamá me decía que no [Me gusta imaginar que eran más costosos los zapatos de tacones, pero lo más probable es que mi abuela quería algo más conservador] y yo le decía ¡Mamá pero yo quiero esos! [Mientras hizo el gesto con la mano con quien jala una falda de su madre que me resulto estupendo tan inocente, ella dependía de alguien más] y al final me los terminó comprando. Iba feliz yo.”

No lo podía creer. Mi imaginación salió volando ¿Por qué le habrá terminado por comprar los zapatos de tacón? Como yo recuerdo a mi abuela, ella era persona muy dura de carácter ¿Qué la habrá convencido? Y de repente… lo sabía… era su hija. ¿Cómo poderle negar un deseo a una niña que hoy cumple 15 años? Y esa imagen de mi abuela aceptando y ver la cara de felicidad de mi mamá que tendría sus zapatos. Los Zapatos de la foto. Los zapatos que aun parecían de niña. ¿Qué más la abra faltado a esta niña para ser completamente feliz? Una familia muy humilde, todos unidos, con banda, con vestido hecho en casa con unos vuelos en el hombro muy coquetos, un pastel de 2 pisos, todos tus amigos de la escuela, y unos relucientes y perfectos zapatos de tacones… justo lo que quería. Ella no quería nada más… esa noche sería de ella y no tendría que ser de nadie más. Aun no sé con quién habrá bailado Angie. Pero siempre será la canción de esa noche de Mayo.

viernes, 29 de junio de 2012

Sueños de Latinoamérica

Yo soy nuevo en el mundo laboral. Recuerdo plácidamente mis días de universidad cuando dormía un mínimo de 12 horas y la mitad del resto de las 12 horas pasaba recuperándome de la resaca o la otra mitad paseando por los pasillos de la universidad con mis amigos pensando donde iríamos a tomar. ¡Ah que inocente era entonces! No tenía la más mínima idea de lo que me esperara luego de estrechar la mano del decano de la universidad y recibir mi título. Si hubiera sabido, o tan siquiera hubiera tenido la noción de que afuera de la universidad me esperaría un mundo cruel, rudo y sobre todo un mundo estresado, si tan siquiera alguien me lo hubiera advertido creo que no hubiera dormido 12 horas sino 16. ¡Ha cuanto me hace falta el sueño ahora!

Yo siempre he pensado que soy una persona que no está programada para seguir los parámetros normales, también siempre he pensado que una vida de oficina sería un estilo de vida que no me llenaría. Siempre he tenido un lado un poco rebelde y salvaje de ese mismo estilo de rebelde que vemos por las calles con el pelo largo con barba y camisas del Che hablando de cómo sistemas neo-liberales nos han llevado a la ruina moral. Sabía desde el principio que ese mismo lugar donde era mi lugar. Siempre he querido estar en máximo contacto con mi lado Latinoamérica, mi orgullo nicaragüense.

Siempre quise después de terminar la universidad hacer el recorrido del Che por Suramérica, así como un ritual latinoamericano por el cual te volverás uno con la tierra orgullosa de nuestros aborígenes. Siempre lo quise hacer como cual si fuera un ritual de iniciación. Pero justo luego de mi graduación conseguí un trabajo (A solo una semana de haberme graduado) entonces pensé “¿Qué tanta suerte puede ser que he conseguido trabajo justo en el primer lugar que aplico justo después de graduado?” lo acepté. Después de todo tenía que financiarme el viaje de una u otra manera. Trabajaría 6 meses, con el dinero de mi salario y luego de mi renuncia mi indemnización pudiera empezar el viaje.

Luego me di cuenta que solo necesitaría 3 meses de trabajo para empezar si no gastaba mucho dinero. Latinoamérica me esperaba con los brazos abiertos para conectarme con ella y que me transmitiera toda su sabiduría de la tierra, de su cultura, de sus aborígenes. Yo era uno de ellos.

Lo triste es que hoy cumplo 2 años de trabajar para la misma empresa. Luego de un acenso luego de tan solo 10 meses de trabajar con ellos, y un sustancial aumento en el salario, y brincarme como 10 niveles en el organigrama de la empresa… pues ya estaba aun más difícil llevar una carta de renuncia. Luego vinieron las deudas, pagar los prestamos de la universidad, contratos de teléfono, seguro social, impuestos, responsabilidades y sentía como pequeñas cuerdas me ataban a mi terrible y cruel cubículo. Echaba raíces. Me traicionaba. Mi sueño se apagaba… ahora podía pasar semanas sin siquiera pensar en el. Cuando me levanto por las mañanas a veces me cuesta verme al espejo y ver cómo me he traicionado. ¿Qué me he hecho a mí mismo, como me he traicionado? Y peor aun ¿Cómo he dejado esperando a Latinoamérica y sus colores?

Odio lo que hago. Odio mi trabajo. Y me da pena decirlo en voz alta porque sería fácil pensar que soy perezoso. Pero no. Simplemente odio la obligación de verme amarrado. Yo pudiera perfectamente vivir con la mitad de lo que gano ahora (lo sé porque eso ganaba antes) y odio el hecho de ver la acumulación de bienes como algo deseable. Ver el hecho que obtener mas de lo que necesito como una señal de bienestar. ¿Dónde había quedado aquellos días de universidad cuando comía como cena 5 buñuelos que me costaban 1 Córdoba cada uno? Y es que no necesitaba mas que mi cama, y 12 horas de sueño.

Mientras me peino para ir a mi trabajo recuerdo que pase años sin peinarme. Mientras me levanto antes que el sol salga recuerdo que ni cuando aun iba a la escuela me levantaba tan temprano. Mientras llego a mi trabajo puntualmente recuerdo que nunca iba a clases durante una semana entera. Mientras pago las cuotas de mis deudas siento como me amarran a mi nueva manera de vida, me encajan un yugo, me hacen parte del sistema, me matan por dentro, me sangran, ¡Malditos! ¡Malditos usureros! ¡Ladrones que me sangran con tasas de intereses a ahogan al pueblo! ¡Déjenme! Pero no hacen caso.

Ahora las camisas de marca me parecen apetitosas cuando antes iba a la tienda de ropa de segunda mano para ver que encontraba. Ahora no puedo vivir sin mi correo en mi teléfono y antes pasé 2 años sin teléfono y otros 2 años con uno que nunca andaba saldo, ocupando teléfonos públicos para hablar por teléfono. Ahora no me imagino agarrar un transporte colectivo, antes que dependía de ellos. ¿Evolución? Yo más bien creo que es muerte. Los sueños no se apagan… se ahogan.

lunes, 16 de abril de 2012

Open Letter

La verdad que cuesta describir a una persona y mucho más cuando has estado tan cerca de esa persona al punto máximo de pertenecerle. Me gusta pensar en los hijos como una extensión de los padres, así como el la herencia definitiva a un amplio linaje de humanos, casi rozando el concepto de inmortalidad. Siempre me ha resultado curioso el grado de conexión que lo hijos tienen con los padres, tal como si se tratase de uno mismo caminando en otro cuerpo, tal como si uno se pudiese ver atrás de nuestros mismo ojos.

Siempre me ha gustado la parábola del hijo pródigo. Me parece tener más trasfondo de lo que la gente piensa (y eso tomando en cuenta que la gente le da mucho trasfondo). Me parece una lectura que al igual que El Principito recomiendo su lectura al menos una vez al año. Siempre uno puede encontrar matices nuevos, giros inesperados a la historia que todos conocemos e incluso lecciones nuevas de vida. Uno de esos matices que siempre me gusta llamar a atención es el hecho que el que el héroe de la historia no es el padre que espera pacientemente el retorno del hijo. En vez de llamarse “el padre paciente” o “el padre misericordioso” que de hecho pusiera más énfasis en la figura protectora de Dios… pero en vez de todo eso, la figura héroe es la del hijo que regresa. El padre simplemente es alguien que lo espera sin tener mérito de eso.

Yo nunca tuve la necesidad de perderme para saber que el mejor lugar donde podía estar era al lado de mi padre. Traté de honrarlo en cada momento que tuve la oportunidad, y aunque nunca tuvo el orgullo de escuchar mi nombre cuando llamaban a los mejores alumnos, o a los alumnos ejemplos él sabía que yo hacía lo correcto y no dudo que haya estado orgulloso de mí… tal vez algunos momentos menos que otros. Creo que hizo un trabajo excelente en educarme. Creo que dio lo mejor de sí mismo para que yo tuviera un ejemplo de trabajo duro, de ética y valores.

A veces las personas faltan antes de tiempo. A veces nos sorprenden con su partida. Pero aunque nunca llegué a ser el mejor alumno su mirada y sonrisa era la misma como si mis notas fueran de todas de cien. Y algunas veces la mejor manera de hacer sentir a un padre orgulloso es solamente captar el ejemplo que él te da y ponerlo en práctica.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Yo no tengo miedo a morir solo.


¡Le tengo pánico! La crisis del cuarto de vida parece estar en todos lados. Un día hablando con un vejo amigo recuerdo haberle dicho que yo no tenía miedo al morir solo. Pude escuchar a mi yo interior soltar una ligera risa de burla al escuchar decirme semejante mentira. Pero me han dicho que si uno dice una mentira mil veces luego se convierte en verdad, pero no sé cuantas veces aun tengo que repetir en voz alta que no tengo miedo a morir solo para que se convierta en mí verdad.

He buscado en Internet, y según, una de las posibles razones del cáncer es la predisposición genética. Y luego que todos mis familiares, ya sea del lado paterno como del materno, han muerto de cáncer, siempre he aceptado mi aparente inevitable destino. Y ya que he estado en contacto con tan terrible enfermedad, se la mella que hace no solamente en el físico de una persona, si no que destruye la mente. Y también sé lo necesario que es tener a alguien que sostenga tu mano cuando vienen los terribles estados de depresión que se originan cuando ves el fin justo a la cara.

La percepción física que tenemos de nosotros mismos se ve alterada durante la enfermedad mientras ves terribles estragos en tu cuerpo, y siempre es conveniente tener un hijo, una hija, o un cónyuge que te traiga de regreso del espanto de levantarte un día y verte al espejo y ver que ya no sos la misma persona que se fue a dormir la noche anterior. Si muero solo, nadie me traerá de regreso de ese shock, más que una enfermera hastiada, o una monja obligada. Con palabras simples (y hasta crueles) de “Esto es por tu bien para que podas acercarte a Dios”.

Una prima, o no sé si era prima o simplemente un familiar lejano, que según mi familia “había decidido no casarse porque había decidido que le gustaran las mujeres” tenía problemas de alcohol. Y aquí entre nos que no la culpo. Delgada, con pelo varonil, alta, blanca, y una voz más masculina que la mía. Vivía con su hermana y sus sobrinos. No tenía familia propia así que no tenía porque vivir sola (o eso pensaban). Le diagnosticaron cáncer terminal en el hígado, después que nunca se atendiera una cirrosis muy agresiva. No tenía seguro privado, y tuvo que atenderse en los hospitales públicos, que aunque no son tan malos, tampoco son muy buenos. Le dijeron que no necesitaría quimioterapia pues no había nada que hacer. Un día se despertó, (me gusta pensarla sobria ese día pero lo dudo que haya sido así) y sus sobrinos estaban en el colegio, su hermana en su trabajo, y se sintió especialmente mal. Tomó un taxi, le dio la dirección del hospital donde atendían su caso. Llegó sola, la acostaron en una camilla para mientras un doctor se desocupaba. Una camilla de seguro en el pasillo del hospital como son muy comunes en los hospitales públicos. Y murió. Espero que haya estado bajo los efectos del alcohol para que no entrara en pánico y la ayudara a aceptar su inevitable fin. Sin ser atendida. Sin nadie que le sostuviera la mano. En un hospital público de Nicaragua, uno de los países más pobres de América. Entre ladrones llevados ahí por la policía misma después de haberlos agarrado y darles una golpiza. Entre enfermeras que no saben tu nombre y ni les interesa. En un pasillo, en una camilla donada por la brigada cubana hace 30 años. Espero que el alcohol la haya acompañado si quiera.

Murió en la mañana. Sus sobrinos llegaron de la escuela, su hermana de su trabajo. Se fueron a dormir. Hasta que la mañana siguiente el hospital pudo llamar a su hermana para darle la noticia. Paso un día. Nadie preguntó por ella, nadie la extrañó, estaba sola. Yo la habré visto como 3 veces en mi vida. Ese día fuimos a su vela y el comentario era el mismo “es que nunca quiso tener hijos”. No pude evitar pensar que tal vez así sería mi fin porque “no quise tener hijos”. Siempre me pareció una historia digna de una novela psicológica oscura, su historia, y tal vez un día la inmortalice en una y será un digno memorial para un alma valiente que tomó un taxi en sus últimos momentos y aceptó su destino en una camilla de hospital mientras nadie la rodeaba. Creo que ese acto le valió el cielo.

Yo tuve una pareja que es de una ciudad al norte de Nicaragua, Matagalpa. Y en una de mis primeras veces que fui a esa ciudad me llevó al cementerio de su ciudad (ahora que lo pienso debió de haber sido algo extraño) en una parte del cementerio había un tipo de capilla encima de una colina. Le pregunté que era ahí y me dijo que era donde enterraban a los pobres. Resulta ser que la alcaldía de Matagalpa se hacía cargo de tu entierro si tu familia era lo suficientemente pobre para no poder pagar un entierro. Le pedí que me llevara. Me explicó mientras subíamos a la colina (había escaleras) que era una fosa común y que luego que te enterraban no podían mantenerte ahí por siempre, así que una vez pasaba el proceso de descomposición te pasaban a otra fosa (ya sin féretro). O sea que tus huesos eran juntados con los huesos de los desafortunados que habían muerto antes de vos. Morbosamente podías ver los huesos apilados si te asomabas a una pequeña abertura. Lo cual hice yo. No puede dejar de pensar que tal vez esos prójimos no todos habían sido pobres, tal vez habían muerto solos en el mundo. No hubo nadie que reclamara sus cuerpos y al gobierno municipal no le quedó de otra que tomar dinero de los pagadores de impuestos para poderte dar lo mas decente que ese dinero pudiera comprar.

Ese tipo de tratamientos a restos humanos trasgrede nuestras creencias de respeto a los muertos. ¿Cuántas veces he escuchado decir “que montón de flores en la vela, de seguro era muy querido”? El trato mas solemne a un muerto nos hace pensar en lo tan amado, popular, querido que una persona fue. ¿Qué tal si nadie me reclama en el hospital? Después de todo es el fin que de seguro tendré porque “nunca quise tener hijos”.