jueves, 31 de marzo de 2011

Lo Lamento, ¡Te he Borrado del Facebook!

Todos concordamos que las redes sociales han venido a revolucionar como los humanos interactuamos uno con otros. Y en el centro de esta revolución se encuentra Facebook. Lo que hace Facebook es dar una imagen de espejo de lo que es tu vida social, el problema viene cuando muchos se la toman muy en serio. Y es que a veces estas personas tiendes a olvidar que su vida social de verdad no está en una red social virtual sino en su red social real donde se desenvuelven cotidianamente, su escuela, universidad, trabajo, iglesias y ambientes similares. Muchos dejan de tener una vida social real para pasar enfocados en su vida social virtual.

Creo que el propósito real de Facebook o cualquier otra red social es mantener a las personas que conoces, que estuvieron en círculos sociales que ya no frecuentas como amigos de la secundaria, trabajos pasados, de tu facultad o hermandad, juntos, y de esa manera estar conectados con ellos y no perder el contacto. Sin embargo un nuevo fenómeno apreció casi al mismo tiempo que las redes sociales, y éste es el de los amigos virtuales. Y es que de repente no es malo tener amigos que vivan en otro países, hablar con ellos sobre sus comidas nacionales, música, y cosas personales… de hecho yo tengo un amigo que no conozco en persona. Pero este es un amigo entre 350 que tengo en Facebook. El problema está cuando tienes más amigos virtuales que reales. Psicológicamente hablando, pierdes la noción de la realidad y pierdes tus habilidades sociales reales. Y siendo nosotros animales sociales, tener habilidades sociales es muy importante.

Creo que de verdad es un problema pensar que el Facebook de verdad es tu vida, solemos perder la noción que el Facebook es imagen de nuestras relaciones sociales pero NO nuestras relaciones sociales. Y no es que esté criticando al Facebook, simplemente estoy criticando a las personas que le ponen más pesos a su lista de amigos en Facebook que al trabajador que tienen en el cubículo de la par (para aquellos que trabajamos en cubículos).

Otro fenómeno muy interesante es el “coleccionar amigos”. Gracias a Dios he dejado de saber de personas que todavía tienen este tipo de comportamiento. Pero de verdad sé que existen. Van por la vida, viviendo en Nicaragua (o cualquier otro país) y teniendo más de mil quinientos amigos en su red social favorita y la mayoría de Filipinas, Bosnia, Rusia, Qatar, Japón, India y quien sabe que otro país. Siempre me he preguntado ¿Cuántos amigos tendrá este tipo en su clase? Incluso, ¿A cuantas personas le hablará este tipo en su escuela? Algunas veces me parece triste de verdad que personas pierdan sus habilidades sociales, de iniciar y mantener una conversación cara a cara, por cultivar amistades de Indonesia. Y una vez más, no tiene nada de malo… como dije yo tengo un amigo así, pero el problema está cuando este tipo de amigos son tus únicos amigos.

Ahora, en la vida real, cuando uno conoce a una persona… imaginemos esto: te presentan a un amigo de un amigo en una fiesta, empiezas a hablar, y resulta ser que la persona odia a los judíos, pues vienes tu y le dejas de hablar (por lo menos yo lo haría), posiblemente no quisieras tener una conversación con esta persona otra vez, y la borras de tu cerebro de tu lista de conocidos y personas con quien quisieras hablarle. Muy seguramente ya no la invitarás a tu cumpleaños. Tal vez el ejemplo de los Judíos es muy rudo, simplemente la persona no te cayó bien, no compartes su visión de las cosas, y la verdad no quieres seguir gastando tus habilidades sociales en una persona que no quieres empezar una amistad. El punto es que simplemente lo sacas de tu sistema, no le vuelves a hablar. Ahora si Facebook debería ser una imagen de nuestra vida social ¿Por qué voy a mantener a esta persona en mi lista de amigos de facebook? Me cayó mal, no quiero seguir siendo su amigo, y simplemente no quiero mantener ningún contacto con él o ella ¿Por qué si lo tengo que dejar en Facebook? Respuesta simple: ¡No tienes!

¿Hay algo peor que descubrir que te han eliminado de Facebook? Pues desgraciadamente para algunas personas no hay nada peor. Yo me puedo imaginar millones de cosas peores. Pero para muchos, es una razón suficiente para odiarte. ¡Espera un segundo! Yo no te odio, ¡Solo no quiero ser tu amigo! Una de las valiosas lecciones que mi madre me ha enseñado en la vida es: “Tenés que aprender a elegir a tus amigos” todos concordamos que es un consejo muy sabio (o por lo menos eso es lo que todos deberían pensar) y lo fabuloso de eso, es que ella nunca se metió con mis amigos, nunca dijo nada en contra de ellos, ella simplemente me dejaba elegirlos a mi. Bueno, si uno tiene el derecho de elegir a sus amigos, pues yo ocupo ese derecho, y si no quiero ser tu amigo (por cualquier razón) en la vida real, ¿Por qué si tendría que ser tu amigo en Facebook?

Pues a veces hay personas que no han hecho vinculo entre la vida real y su red social virtual favorita, y todo se debe a ese deseo de acumular amigos. Tus amigos en Facebook no es una lista de personas que conoces (solo porque saludo a la señora que me vende el quesillo todos los días no significa que es mi amiga) es una lista de tus amigos. ¿Le contarías tus problemas a la señora de los quesillos? ¿Si la respuesta es no (y espero que sea así) porque le vas a contar tu vida a través de una red social?

Ahora supongamos que no te da la gana seguir compartiendo tus estados de animo con esa persona por cualquier razón que tengas (y ojo que es un derecho que tienes), vienes y eliminas a la persona dentro de la lista de tus contactos. Si de verdad te atreves a hacer algo tan horrendo como borrar a alguien de tu Facebook (sarcasmo) entonces te has ganado un enemigo. Si recibiera un dólar por cada mensaje de odio que recibo de las personas que he decidido eliminar… no fuera millonario, pero tuviera como 15 dólares. Y lo más cómico de todo es que todos de estos mensajes incluyen la frase “que inmaduro que eres”. ¿Inmaduro? ¿Inmaduro por saber que tengo el control de mi vida social ya sea real o virtual? ¿Inmaduro porque sé elegir a mis amigos? ¿Inmaduro por hacer lo que siento que es correcto? ¿Inmaduro por no querer compartir mi vida privada… porque precisamente es privada, con cualquier persona? Y es que me dan ganas de responder el mensaje diciendo: ¿Qué tan maduro crees que eres al escribir este mensaje? Y es que de verdad ¿Qué le pasa a las personas que escriben estos mensajes? ¿De verdad al darle clic al botón para enviar siguen pensando que es una buena idea? No sé ustedes, pero a mi me suena más inmaduro mandar a decir improperios en un mensaje en Facebook porque te han eliminado, que de hecho haber eliminado a alguien. Y es que en mi Facebook tengo a mis amigos cercanos a quien amo, a mi familia, primitos, mis tías, y de verdad tener a alguien que ha sido tan inestable para mandar este tipo de mensajes entre las personas que de verdad amo, me hace pensar que no pude haber tomado mejor decisión.

Y es que a veces prefiero que me manden este tipo de mensajes, porque solamente los leo y los cierros, pero otros van más allá. Si recibiera un dólar cada vez que alguien me dice frente a frente porque lo he eliminado de Facebook, tampoco sería millonario pero tuviera más de 15 dólares. Y es que la situación es socialmente incómoda. Y es que no sé lo que me incómoda más, tener que decirle la verdad o a la pena ajena que me da por la persona que pregunta eso. ¿Qué necesidad tienes? Yo me limito a decir “No me acuerdo que lo haya hecho”. Yo soy una persona temerosa de las situaciones socialmente incómodas y reconozco que no se como actuar frente a ellas, así que simplemente digo esa frase y que ellos lo interpreten como quieran… lo malo es que si dices eso, la mitad te manda de nuevo la invitación de Facebook al día siguiente, y te ves en la penosa situación de rechazarlos o de aceptarlos y ponerlos en un grupo de Facebook donde no tengan acceso a toda tu información… pero si te atreves a limitar lo que compartes de tu vida privada con alguien de seguro tendrás un “Chat” o un “inbox” preguntándote “¿Por qué o puedo ver tus fotos que tenías antes?” y de nuevo ahí viene la pena ajena.

Cada quien tiene el derecho de manejar su vida social como le plazca, tener los amigos que quiera, y compartir lo que quiera, sin tener porque pasar por presión social de porque dejamos de ser amigos en Facebook ni porque no puedo ver tus fotos. ¿Por que no puedo ver tus fotos? ¡Porque son mías! He recibido muchos insultos y reclamo porque ya no soy amigo de alguien en Facebook, pero nunca he recibido un reclamo de porque ya no nos vemos tan seguido, o que le pasó a nuestra amistad, ni buscando respuestas del porque ya no somos amigos en la vida real.

Así es como yo ocupo Facebook: Tengo a mis amigos de mi secundaria, a los de la universidad, clubes a los que pertenezco, personas de mi iglesia, y obvio toda mi familia, amigos donde trabajo y amigos de trabajos anteriores, alguno que otro famoso que quiera seguir como Madonna o mis escritores favoritos. No colecciono amigos porque prefiero coleccionarlos en la vida real y luego podré tenerlos en Facebook. No acepto personas que no conozca, y si lo hago a la semana que no he establecido contacto con este tipo de personas los borro. Lo ocupo para ponerme al corriente de las actividades que está haciendo mi colegio, o mi universidad, hacer planes para el fin de semana con viejos amigos, y una forma más rápida y barata de comunicarme con quien me quiero comunicar en vez de ocupar texto o una llamada. Facebook es una imagen de mi vida social pero ¡No es mi vida social!

miércoles, 30 de marzo de 2011

Book Review - Exorcising Your Ex, How to Get Rid of The Demons of Relationship Past

¡Está bien, lo acepto, soy culpable! Luego de comprar mi primer libro de auto-ayuda que me dirigiera en mi proceso de renacimiento luego de la ruptura de una relación, Amazon atacó mi correo electrónico con títulos que no podía ignorar, y como el libro: “Se llama una ruptura porque está roto” aun estaba en el correo, comencé a comprar todas las sugerencias. Y así terminé con más de cinco libros de auto-ayuda todos especializados en el mismo campo: Como volver a retomar tu vida luego de una ruptura. Si de verdad hubiera sabido que solo con Se llama una ruptura porque está roto hubiera bastado (he descrito al libro como “el libro que salvó mi vida”) no hubiera comprado el resto, y en especial este asqueroso libro: Exorcizando a tu ex, como deshacerte de los demonios de relaciones pasadas.

Es verdaderamente una lástima como personas como Elizabeth Kuster (autora del libro) tomen ventaja del momento más vulnerable que alguien pueda pasar: la terminación de una relación. Un momento donde todo tu mundo se vuelve de cabeza, y los viejos puntos de referencia ya no existen, y no sabes donde estás o quien eras de verdad. Un momento donde uno busca esperanza. Y esperanza es lo último que da este libro. ¡Es más! Si yo hubiera comprado únicamente este libro posiblemente hubiera terminado con una depresión aun más grande, y llorando hasta secarme pensando que no había esperanza para mi.

No sé cuantos libros habrá vendido esta mujer, no sé a cuantas personas engañó que su libro iba a servir de algo aparte de papel higiénico. Y más importante de todo ¿Quién le dijo que tenía entrenamiento para dar consejos? ¿Haber tenido miles de citas y novios (como ella dice en el libro) la califica para decirles a todas las personas desesperadas que hacer? ¡Yo mismo he tenido muchas citas, y quien sabe cuantos novios y no tenía idea de que hacer! En la contraportada, en la esquina superior izquierda (donde generalmente se pone a que género pertenece el libro) noté que decía “Auto-ayuda/humor” ¿Humor? Es que parece que dos conceptos mutuamente excluyentes parecían haber producido un género extraño. Y es que de hecho el libro tiene más de humor que de auto-ayuda.

Hay un concepto básico subyacente en el término “ayuda”, y es que aparte que te dicen el problema te dicen (o por lo menos te insinúan) la solución. Pero este libro se especializa en darte miles de opciones de cual es tu problema y nunca te dice que tienes que hacer con ese problema. Antes de comenzar a leer el libro yo ya sabía mi problema, ahora lo que quiero saber es como solucionarnos. Es como que el libro “como hacerse rico” lo único que te dice es el porque eres pobre. Tonto. Y así, e incluso más, es este libro.

Todo escritor debe tener un código de ética personal. Parece que a Elizabeth Kuster se le estaban acabando sus ahorros de haber escrito una columna en Glamour y de haber ayudado de vez en cuando a escribir los diálogos de Sex and the City (a mi parecer lo mejor que ha hecho en su carrera) y decidió engañar a miles de personas que buscaban respuestas en el momento de mayor debilidad que alguien pueda pasar. Y es que hay cosas tan absurdas como una ecuación que calcula cuanto es el tiempo en que debes pasar recuperándote de una ruptura. Y aun más irresponsable al decir que el libro tiene técnicas prácticas de venganza para tu ex. ¿Venganza? ¿Hay algo más dañino, algo que te amarre a más a tu pasado que pensar en venganza? Claro que no. Gracias al cielo pude leer Se llama una ruptura porque está roto para darme cuenta de la verdad antes de siquiera pensar en la posibilidad de llevar a cabo las técnicas más absurdas y enfermizas de venganza en mi vida, las cuales incluía “hazte amigo de uno de sus ex” ¿Qué demonios me está diciendo esta mujer? ¿Me esta sugiriendo que busque a un ex de mi ex y me haga amigo de él? Según ella, o el testimonio que ella incluyó, de esa manera podrás hablar mal de tu ex todo lo que quieras. “¿Este libro era para deshacerme de los demonios de mi relación pasada o para jugar a la guija con ellos?”-pensé. Y es que aun se pone más ridículo al sugerirme que “lanza una maldición a tu ex” este requiere mi LOL en mayúsculas. Según esta brillante escritora, lanzarle una maldición a tu ex (aunque sea de mentira) lo asustará y lo predeterminará a que sus relaciones futuras fracasen.

Y es que la idiotez del libro llega hasta tal punto de tener un capitulo dedicado a los libros de auto-ayuda llamado “Libros de auto-ayuda, ¿los debería de leer? ¿Evitarlos? ¿Usarlos para fuego?” ¡Esperen un momento! ¿No era este un libro de auto-ayuda? Porque la contraportada dice que lo es, ¿Y ahora me está diciendo que este tipo de libros de verdad no ayudan? Porque si es así mejor hubiera puesto en la contraportada “Soy una persona que necesita dinero para pagar la renta de mi apartamento en Manhatan y escribí un montón de cosas sobre relaciones que no tienen ni el más mínimo sentido, así que este libro de verdad no te va a ayudar”

En conclusión el libro es una perdida de tiempo, de valiosísimos bosques y dinero. Recomiendo efusivamente que ni siquiera consideren en comprar un libro plagado de consejos nefastos que no van a hacer más que amarrarte más a tu antigua relación y de mantenerte alejado de una vida sana. Definitivamente no vas a exorcizar a tu ex, más bien convivirás con los dominios que ahora te cazan y aumentaras más y más a tu lista de frustraciones. Debería de haber una ley para evitar a personas como la señorita Kluster a publicar un libro de auto-ayuda que lo único que hace es estafar a las personas.

lunes, 28 de marzo de 2011

Te Conozco

Un día te vi, esperabas a que yo llegara. Se hubiera sabido que ese momento planificado cósmicamente iba a cambiar mi vida. Que desde ese momento en el cual los dos nos estrechamos la mano en una noche calurosa del verano en Managua, ya no iba a volver vuelta a atrás, que lanzaríamos nuestros mejores artilugios para conquistarnos, para que el uno se fijara en el otro. Y no sé que fue exactamente lo que pasó pero en poco tiempo los dos estábamos encaminándonos hacía lo que sería la relación más larga que ambos hayamos tenido. Cada vez que paso por ese mismo lugar donde por primera vez nos vimos puedo imaginarnos a los dos, con muchos años menos, muchas libras menos, y mucho menos experiencia, vernos a los dos estrechándonos las manos. Como si el lugar trajera mágicamente ese momento. ¿Se me cruzó por la mente que pasaría luego de esa vez? ¿Habré pensado en mis sueños locos que ese encuentro era el inicio de todo los años que vendrían?

Siempre he pensado que las personas son como los rompecabezas, uno se acopla perfectamente solo con la pieza que le toca. Puede parecer que uno se acopla bien con otra pieza, pero al final del día no es la figura que estás armando, y tienes que desacoplarla y buscar una nueva pieza. Al fin y al cabo solo hay una pieza. Desde los primeros diez minutos de nuestra conversación me comencé a reír de lo que decías. Había salido con tantas personas que se esforzaban tanto por vivir de lo que aparentaban, se esforazaban tanto para ser gustadas, para que uno aceptara una segunda cita y al fin todo era esa ilusión y nada de personalidad. Pero, eras diferente, no había esfuerzo, no había acentos fingidos, ni historias tontas, ni el perfume perfecto, ni la camisa perfecta, eras solo vos. Creo que ese fue el mejor atributo que vi.

Rápidamente empezamos una relación, e igualmente así de rápido te volvías mi amigo. Lo mejor de una relación es que la otra persona te haga reír, y con vos no paraba de hacerlo ni un momento. Muchas veces intentamos que nuestras parejas sean nuestro mejor amigo, pero esta vez las cosas pasaron tan naturalmente. No solamente tenía una relación con vos sino que eras mi mejor amigo. Siempre fuiste real, y creo que esa es la razón principal del como llegue a conocer tanto a una persona. No voy a decir que te conozco más a mi mismo, porque sé que mis reacciones son tan predecibles, pero sé que las tuyas también lo son.

Sé que dices cosas que de verdad no quieres decir (eso no significa que tengo que aguantarlas todas), y también sé que cuando dices cosas que no quieres decir te arrepientes casi automáticamente, muchas veces antes que termines de decirlas ya te habrás arrepentido. Sé que por alguna extraña razón propones soluciones que no te gustan, sé de lo que serias capaz hacer, y lo que nunca harías. Conozco el tamaño de tu orgullo, y cuando haces algo que va encontré de tu orgullo me sorprende. Conozco lo que piensas, de hecho te quedo viendo cuando sé lo que estás pensando, y me volteas a ver con una sonrisa los dos sabiendo de los pensamientos de ambos. Sé tu tolerancia para las cosas, sé que odias el calor, y no duermes sin abanico aunque tu ciudad sea muy helada. Sé como odias el sudor. Sé cuantas cervezas tomas, y cuantas te gustaría tomar. Sé cuando quieres algo pero te da pena tomarlo o decirlo.

Sé lo tanto que te gusta y que te gusta comer. Conozco donde tienes los lunares, y las partes que no te gustan de vos mismo. Incluso cuando no estábamos juntos sabía sabiendo que tan bien o mal la estabas pasando. Sé cuando estas mintiendo y cuando no. Conozco tu bostezo de mentira cuando estas nervioso, tu risa nerviosa, como mueves los ojos a un lado, como pones la boca y mueves tus mejías cuando decís “no” con la cabeza y estás mintiendo. Sé como te gusta ciudad y sé como actúas cuando estas emocionado por algo. Sé cuando estas enojado o cuando estas celoso. Sé cuando las cosas no te interesan, y sé cuando quieres cambiar el tema porque no te gusta donde se está dirigiendo la conversación. Sé cuando de verdad estas arrepentido y cuando simplemente no. Sé lo tanto que te molesta que te presionen para que tomes una decisión. Sé las cosas que no te deben decir, y las cosas que te puedo decir para convencerte. Sé que no sos presumido, sé que no te fijas en el dinero, y sé que siempre quisieras estar invitando a todos los que conoces. Conozco lo malo que sos para elegir amigos, y sé como los defiendes a los que no deberías defender. Sé quien te llama la atención en la calle, y sé que lo sabes porque te callas por unos segundos y me vuelves a ver. Sé que la mayoría de esas veces tratas de culparme que es mí quien me gusta para desviar el foco de atención a mí porque sé que sabes lo que estoy pensando.

Hubieron momentos muy buenos en nuestra relación. Yo sé que no eras del todo malo. Sé que podía contar con vos en todo, y aunque yo tuviera otras maneras de solucionar mis problemas vos quería ser quien lo hiciera. Luego vinieron momentos malos, y sé que la mayoría era por decir cosas que no querías, y sabía que te arrepentías, pero también sé tu orgullo enorme que te imposibilita decir “lo siento”. Compartimos historias, hicimos cosas, nos dijimos cosas, experimentamos otras cosas, descubrimos lugares, restaurantes, tragos, amigos, otros que resultaron no ser tan amigos. Pero lo que más hicimos es conocer el uno al otro.

Fue un largo camino desde aquella noche donde nos vimos por primera vez, donde trataste de robarme un beso. Aquella noche de nuestra primera cita en un kareoke, la primera noche juntos, de aquellas noches donde yo no te conocía, donde lo único que podía hacer era imaginarme lo que pensabas, lo que te gustaba, lo que querías hacer o si la estabas pasando bien. Fue un largo camino desde la primera vez que fuimos al cine solos, o la primera fiesta a la que fuimos como pareja. Pasaron amigos, pasaron ropas, pasaron los años, escuelas, celulares, números de teléfono, pasaron personas a quienes le hablábamos, lugares que frecuentábamos, comidas de moda, pasaron carros, casas, apartamentos, caceras, personas que no volvimos a ver, personas que nos obligábamos a no volvernos a ver, pasaron chistes, muecas, frases graciosas, pasaron actitudes, pasaron los meses, los años, y nosotros seguíamos juntos, como dos piezas de rompecabezas acopladas.

Éramos solo dos adolescentes jugando a ser adultos, dos adolescentes de universidades privadas, con una vida social activa, y sin idea de que se trataba la vida. Gastando el dinero de nuestros padres, planeando vacaciones, lugares donde ir, cosas que hacer, ropa que comprar. No teníamos idea lo que se nos vendría en los próximos años. De hecho dudo que hayamos pensado estar juntos después de muchos años. Éramos simple adolescentes, muy debajo de los veintes, y pensar en 25 era pensar en un futuro lejano. Éramos solo dos niños jugando a la relación. No teníamos idea de nada pero igualmente nos hacíamos que todo ya lo sabíamos. Después de todo creo que es normal que hayamos cometido los errores que cometimos. No se puede esperar que dos niños tomen las decisiones más sensatas, que sean capaces de llevar una relación seria, que nunca cometan errores. Lo importante es que después de todos los momentos difíciles de pasamos, todas las cosas que hicimos, las decisiones pobres, después de tratar de acoplarnos con piezas del rompecabezas diferentes, nos damos cuenta que nos conocemos mejor que nadie, y que tal vez y solo tal vez, seamos la pieza que vaya al lado. Simplemente no pueden esperar que supiéramos esto a los 17 años.

No había manera de saber lo que iba a pasar, de las semanas, meses o tal vez años, luego de que me bajara de mi carro y te diera la mano en ese parqueo a la orilla de la carretera, a menos de cinco minutos de mi casa, frente de donde vivías. No iba con ninguna intención, no tenía ni idea que al bajarme del carro encontraría al amor. Nunca se me cruzó por la cabeza en nuestra primera conversación que íbamos a vivir tanto juntos, mucho menos que llegara a conocerte como te conozco. Y aun paso por el mismo lugar y sigo viendo a dos adolescentes estrecharse la mano, sigo viéndonos esa noche, en donde nuestra historia cambió. Algunas veces, las cosas, el universo, el destino confabula, para que conozcas a tu pieza de rompecabezas y acoplen. Esa noche, todo paso para que te pudiera conocer.


PS. Sabes cuanto odio a Arjona, lo poco que me gustan sus canciones, y la indeferencia que me provoca, Esta canción es la que me hace pensar en vos… porque de verdad te conozco.


jueves, 24 de marzo de 2011

Volver


Volver. Muchas veces es una palabra mucho más determinante que “terminar”, o tal vez no. Sin duda es una palabra con una gran historia por atrás y muchas nuevas responsabilidades por delante. Muchas veces necesitamos un poco de tiempo para pensar las cosas, para descubrirnos a nosotros mismos y saber que es lo que queremos hacer y donde queremos ir. Algunas veces nos tomamos un año o dos antes de entrar a la universidad, otras veces dejamos de fumar por unos meses para luego volver a hacerlo algunas veces somos post-pago con tu compañía de celular y luego vuelves a pre-pago. Otras veces te separas de tu pareja por unos meses y vuelves a tu relación después.

Y aunque pensaste que eras una persona diferente, te encuentras en la encrucijada de decidir. Pero muchas veces nuestras decisiones no son lógicas, y aunque todo el mundo grite a toda voz “NO” uno simplemente dice “si”. Y es que cuando se trata de amor, nada es lógico y la frase de Carrie Bradshaw “No era lógica, era amor” comienza a tener sentido. ¿Qué han pasado con tus cicatrices de batalla? ¿Qué ha pasado con la nueva personalidad? Y es que he descubierto que nada cambia, tus cicatrices, y en algunos casos hasta llagas supurantes, siguen ahí, tu nueva personalidad sigue ahí, tu orgullo personal de alcanzar lo que pensaste era imposible sigue ahí, solo que ahora empiezas de nuevo, una relación vieja, con tu nueva personalidad.

Y algunas veces es mucho menos duro dejar de visitar la misma casa, caminar por las mismas calles, dejar de hablar de los mismos temas, dejar de ver a la misma gente, y dejar de besar a la misma persona, que simplemente volver a hacerlo. Y es que después que el tiempo ha sido largo, uno siente que está con una persona nueva, alguien a quien no conoce y de vez en cuando se pueden ver rastros de la persona que era antes y entonces te confundes. También uno tiene nuevas cosas, nuevas frases, nuevos lugares, nuevo peinado, uñas, nueva ropa, pero de vez en cuando te descubres siendo la misma persona que eras antes. Tampoco han pasado años para engañarte y decirte que ahora eres todo diferente.

Volver a tomar el bus que me llevaría a esa ciudad, misma cuidad que había visitado tantas veces, ver la carretera, saber cuanto faltaba para llegar, y volver a ver las mismas calles que antes las adornaban los arco iris que dejábamos al pasar. Reconocer esquinas, viejos lugares, recordar frases entre las calles, los secretos, los comentarios, las anécdotas. Algunas veces volver al lugar después de la guerra es mucho más difícil que dejar de visitarlo.

La cuidad ya no era como la recordaba después de esos días de guerra, ya no estaba todo oscuro, las cosas estaban dentro de su foco, ya no había desesperación acechando entre las esquinas. Tampoco tenía los arco iris ni las escarchas que recuerdo alguna vez existieron en la cuidad. Era un día fresco de verano, había sol y las personas hacían lo que tenían que hacer. La cuidad era lo que era… una cuidad, sin arco iris ni sombras. Volver a ver a esa persona muchas veces es más difícil que dejarla de ver. Meses habrán pasado sin siquiera saber quienes eran nuestros amigos, después de años de compartirlo todo. Muchas veces es más fácil dejar de compartir tu vida, que volverte a abrir en el mismo escenario de tu guerra personal.

Volver a la misma casa, ver lo que había cambiado, lo que no, y es que algunas veces los meses parecen años. Ver a la mismas personas, como han cambiado, mas grandes, mas gordos, mas delgados, y volver a decir mil veces “tenía tiempo de no verte”. Claro, mucho tiempo luego de una guerra que resulté perdiendo y que destruyera todo lo poco, la barato, lo escaso de calidad, que habías acumulado. “Es bueno volverte a ver” y es que si era bueno, pero no fácil. Y es que a veces es más fácil dejarlos de ver, que volver a verlos y pensar una y otra vez que es lo que saben, hasta donde saben los secretos oscuros de lo que el otro hizo durante estos meses, ¿Pensaran que cometo un error? ¿Pensaran que él comete un error? ¿Esta calle habrá visto los arco iris y fuegos artificiales de una pasión anterior a la mía? ¿Sabe más su cuidad de las ganas que tenía de volver o de sus antiguas pasiones? Algunas veces los fantasmas de posibles momentos felices son mucho más dañinos que los momentos felices en si.

No sé que fue lo que pasó, en que momento entre mi resignación y mi nueva vida, volví a escuchar las mismas frases. Me reía, recordaba, era como estar con alguien que extrañaba, que había querido ver en meses, aunque durante esos meses no lo haya sentido así. Y de vez en cuando veía escarchas salir de nuestros pasos, algunas veces cuando me descuidaba, arco iris salían de nuestras miradas.

Y ahí estaba yo, a cientos de kilómetros de donde yo había nacido, en una cuidad que de niño decía que nunca iría, reconociendo las calles, las conversaciones, los chistes que lograron resistir el paso de estos meses, los nuevos chistes, los nuevos comentarios, los nuevos lugares. Y es que ahora los dos tenemos historias diferentes, amigos diferentes, gustos diferentes, y una nueva óptica de donde queremos ir. Lo que no sabemos es que si los dos queremos ir al mismo lugar. Y ahí estaba yo, con quien me enfrenté a una guerra sin descanso, a una guerra donde yo solo iba con mis manos desnudas, sin ninguna protección, una guerra donde salí perdiendo, donde todo quedó arrasado, ahí estaba yo con quien apuntó hacia mí esas armas y no dudó en dispararlas. Algunas veces es más fácil retirarse que volver.

viernes, 18 de marzo de 2011

Open Letter

El mundo no siempre es justo, y la el mundo de las relaciones es mucho más injusto que otra cosa. Muchas veces nos vemos atrapados en historias de ex-parejas y asuntos que no se han resuelto entre ellos, y quien termina pagando los platos rotos es uno. Otras veces por desgracia somos nosotros quienes envolvemos a la otra persona en historias que no se han resuelto en nosotros. Y lo único que queremos decir es “lo lamento” y aunque una disculpa tiene poderes sanadores, cuando se trata de un corazón roto no es todo lo que uno quiere escuchar. Y es que las relaciones amorosas se parecen cada vez mas a un juego de probabilidades, como el póquer, o tirar los dados. Es como la lotería, uno no sabe que no tiene el boleto ganador hasta el final.

De verdad lamento que hayas estado en el momento menos indicado, de verdad lamento que el destino, el universo confabuló para que nos cociéramos en el momento menos indicado. Y aunque entiendo que quieras reclamarme, y entiendo que quieras respuestas, es momento de que aprendas que en el mundo de las relaciones amorosas lo que menos uno obtiene son respuestas. Y aunque sé que las respuestas pueden liberar, aplacar un poco el dolor, te las daría si las tuviera, pero no las tengo. Y si quieres de verdad gritar y preguntar el porque, lo puedes hacer al viento, al universo, aunque dudo que quiera responderte.

No hay otra persona. Sé de primera mano es que lo primero que a uno se le cruza en la cabeza. Pero la verdad que no hay nadie más, y eso es lo de menos. Hubiera o no hubiera alguien más esto ya estaba decidido, y por mucho que duela es algo que estaba fuera de tu alcance. No es una decisión para que busques errores en tu personalidad, no es para que dudes si sos bueno o malo, es una decisión que vos no tuviste nada que ver. Estaba fuera de tu alcance, no hay nada que pudieras haber dicho, o hecho, para cambiar el curso de esta historia. De verdad lo lamento.

De verdad fuiste una buena pareja, escuchabas, entendías, te interesaba las cosas aburridas que hablaba, despertaba con tus mensajes, la cadena, las flores, el hecho de saber que podía confiar en vos hasta con los ojos cerrados, pudiera seguir enumerando todas tus cualidades pero no tiene sentido cuando ninguna de ellas despierta el sentimiento que querías que despertara. Y mientras lo escribo sueno cruel, pero es hora de aprendas que en el mundo de las relaciones no hay nada mas liberador que la pura verdad. Mientras uno maquille la verdad, mientras uno oculte cosas, más difícil es entender porque. Y es que la verdad no deberías de buscar un porque, simplemente no lo hay, solo sentate y acéptalo. Estoy seguro que un día encontrarás a alguien y pensaras en lo mal novio que era yo.

Todo esto de las parejas es aun peor que un juego de azahar. No solamente basta encontrarse a alguien que de verdad sea el indicado, sino que se requiere que esta persona este libre de ataduras de su pasado o presente, y aun así no sería ni la mitad del camino a seguir, faltaría que la otra persona piense también que uno es el indicado, y aun hay más. Las relaciones mueven a las personas, las transforman, uno empieza un viaje de transformación de la personalidad, para convertirse en uno solo. El problema está cuando la relación está llevando a la persona por donde no quería ir. Y ahí es donde uno descubre que no tenías el boleto ganador. Ninguno de los dos lo teníamos.

De verdad lamento todo, pero tengo una cita con el destino, tengo una cita con la felicidad, y desgraciadamente nuestra relación no se dirigía a esa cita. Y estoy más que seguro que esto es de ambos lados. Tu felicidad ni la mía estaba en esta relación, y aunque no lo entendas ahora estoy seguro que lo vas a llegar a hacer. Y luego que toda la tristeza, lágrimas, y noches sin sueño pasen, podrás ver el sol de nuevo y vas a darme toda la razón. Lo lamento, pero no puedo obligarte, ni obligarme a seguir el camino que sé que no lleva a ningún lado. De verdad lo único que te puedo decir es que lo siento, aunque yo no tenga culpa de nada… pero de verdad lo siento.

lunes, 7 de marzo de 2011

Minas Antipersonales

No hay ciudad tan grande que pueda albergar a dos ex. Más cuando la relación terminó con una guerra campal que durara semanas, o meses, donde ambos salieron heridos… unos emocionalmente y otros físicamente. Y la ciudad se vuelve aun más diminuta cuando tu ex esparce felicidad por sus esquinas con una nueva relación causante de que ahora tu lo tengas que llamas “ex”. Y es que puedes vivir en Tokio o Ciudad de México y aun vivir en una cáscara de huevo. Managua es la ciudad con mas habitantes, y la más grande de Centroamérica pero siento que vivo en un pequeño pueblo de solamente cuatro calles, cuando uno va plácidamente por la calle y se puede encontrar los arco iris y las escarchas que echa ahora tu ex a cada paso, y uno tiene que ir fijando donde pone el pie porque la ciudad está plagada de minas antipersonales que pueden comprometer una extremidad.

Cuando uno empieza una guerra, y en especial una guerra entre parejas, no importa que ataque uno lance, el único objetivo que uno tiene en su cabeza es causar el mayor daño posible, destruir a sus cimientos a la otra persona, y mientras se hace esto a veces se suele ocupar armas que luego que toda la euforia de la guerra haya pasado uno se arrepiente de haber lo hecho. No estoy diciendo que precisamente es mi caso, por alguna razón no soy una persona bélica y acumular armas que en el futuro pueda ocupar no estaba dentro de mis diarias obligaciones y me gustaría decir lo mismo de la otra persona pero no. Parece que anotaba con tinta indeleble cada flaqueza que tenía para ocuparla en la “ofensiva final” y no tuvo recato de hacerlo.

Las minas antipersonales yacen plácidamente en los lugares recónditos, apacibles, esperando que uno los pise, o extienda la mano para buscar el calcetín debajo de la cama y las toque y exploten con todo su potencial. Están regadas por toda tu ciudad, por toda tu casa, en los canales de televisión, el viejos cuádrenos, en tu computadora, en facebook, están en todas partes y lo único que hacen es esperar con paciencia tu desventura. Y es que no importa en que nueva etapa está uno en su vida, siempre quedan horrendas cicatrices de batalla, siempre quedan viejas minas sin explotar en todo lugar donde antes eras vos que regabas los arco iris y las escarchas por donde pisabas. Ahora todo tiene una luz diferente, ahora tus lugares favoritos han cambiado y se han convertido en bosques oscuros y descuidados, llenos de explosivos.

Y si es que uno tiene la suerte que yo tuve, que luego de la guerra, mi ex saliera exiliado de nuestra casa y hasta de nuestra ciudad, y ahora le toca a otra ciudad iluminarse con la luz del nuevo amor, y sea mi cuidad que se quedó oscura, peligrosa, con millones de minas esperando, deseando, rezando porque yo pase y las toque. Y es que no importa si uno esta feliz, o triste, si está cómodo e incómodo, las minas siempre explotan. Mi prima siguió viviendo en la misma casa que vio la ofensiva final, aquellas semanas trágicas en mi historia, aquellos días llenos de desesperación. Mi sobrino cumplía años, era su fiesta, todos sus amigos iban a llegar, había piñatas, comida, queques. Entré a la cocina para ayudarla a repartir los refrescos, me pidió que le pasara un vaso, abrí la alacena y ahí estaba. Viéndome fríamente. Feliz que la haya encontrado. Explotando en mi mano. Unos vasos que él había comprado para nosotros, en aquellos tiempos cuando vivíamos en un pequeño apartamento sin cocina, en aquellos tiempo llenos de optimismo y de planes de mudarnos a una casa toda para nosotras, con cocinas y alacenas. Él siempre se emocionaba más que yo, y comenzó a comprar vasos, alfombras, utensilios para nuestro nuevo baño… ¿Cómo podía imaginarme lo que estaba a punto de venirse encima de nosotros con esa actitud? Nos mudamos, y en menos de un mes todo se desplomó. Ya no había sueños, más de lo que tiró por la ventana, más de los sueños que traicionó, no había más sueños de lo que ya había roto.

El dinero nunca alcanzaba, pero recuerdo los vasos con aquella cara de ilusión, recuerdo esos vasos luego de llegar del trabajo y enseñarme lo que había comprado para cuando fuéramos a nuestro nuevo lugar. Recuerdo haberme imaginado usarlos, recuerdo haber pensado que eran bonitos, que tendríamos algo que sacar cuando llegaran las visitas, cuando hiciéramos nuestras reuniones. Explotaron en mi mano. Arrancaron mi mano de raíz. Sangraba. Los pobres vasos verdes. Se veían tristes en esa alacena. Hasta ellos mismos creo que se debieron haber imaginado un futuro más brillante, llenos de arco iris y escarcha.

Los segundos se aletargaron, mientras mi mano yacía en el piso despedazada veía a mi alrededor y todo se lleno de recuerdos. Cada habitación, cada ladrillo, podía ver mi fantasma en esa habitación, el fantasma del Christhian que murió en batalla, dignamente, sin armas de destrucción masivas, solamente mis manos desnudas. La alfombra de la cocina, era la nuestra. Él la había comprado para la entrada ¿Qué hacía en la cocina? Las escaleras que llevaban al segundo piso donde nuestra habitación quedaba, donde meses atrás había subido en un arrebato de nostalgia, luego que todo lo que se debió haber dicho se dijo, luego donde él haya ocupado todas sus armas, luego donde saliéramos los dos refugiados de lo que llamaríamos luego de la peor relación que hemos tenido, vi el cuarto lleno de polvo, era todo diferente ahora, y en un rincón del cuarto, sin nuestra cama, sin nuestras cosas, sin nada más que telarañas y polvo, y ahí estaba… la mayor mina de todas, el oso blanco de peluche que le había dado, Cocoliso, ahora café del polvo, luego de que ratos habrán intentado comérselo, luego que las cucarachas hayan hecho su nido ahí, ahí estaba Cocoliso muerto. No sabía que no se lo había llevado. Lo dejé. Lo dejé que siguiera su lento camino de agonía, que se corrompiera con el ambiente, que se llenara de polvo, que tuviera nuestro mismo fin.

No importa cuanta felicidad acumulamos a lo largo de los años, no importa a cuantos arco iris le dimos vida, no importa cuanta luz emanábamos, todo se redujo a unas semanas de odio y frustración. Y toda nuestra historia se fue en un drenaje cósmico, y el único recuerdo que tendremos será nuestra guerra. Nuestros vasos, nuestra alfombra, camisas que le había regalado que ahora eran trapos de cocina, o mechas del trapeador. Todo cobraba vida. Recordar donde nos dijimos frases de odio, frases que jamás pensé escuchar o decir, la puerta por donde salió, la puerta por donde salí yo. Todo lo que habíamos acumulado para cuando viviéramos en una casa así él lo había dejado. No había declaración más fuerte, se despojaba de nuestros sueños, los hundía y solo quedaba con el odio, solo quedó con el recuerdo de las semanas donde viví un infierno.

Y es que no es que repiense las cosas, ni quisiera volver a tener los mimos sueños de antes con la misma persona. No importa en que etapa uno esta en su vida, cuando te explota una mina la mano se cae y sangra. Los errores siempre te cazan como si fueras una presa indefensa. Los recuerdos de esos errores, de las posibilidades de haber hecho las cosas diferentes rondan tu mente, y mientras más pase el tiempo menos te importan, pero eso no significa que no estén ahí.

jueves, 3 de marzo de 2011

Traumas del Cine a Solas

De niño pasaba mis tardes viendo los Power Rangers, no sé exactamente que me llamaba la atención de este programa, pero era adicto a el. No me perdía ni un solo capitulo. Así que cuando salió la película no podía pensar en otra cosa más que en irla a ver de inmediato. Pasaba el día pensando de que se trataría, no dudaba que sería una buena película, después de todo los Power Rangers nunca se prestarían para hacer una mala película. Recuerdo que el fin de semana que yo quería ir al cine tocó la limpieza general de la casa. Normalmente estas limpiezas se hacen una vez al año en las familias normales, pero dudo que la mía tenga algo de normal, así que estas limpiezas eran más frecuentes… extrañamente mucho más frecuentes, una vez al mes tal vez. Así que mis padres no querían ir al cine conmigo, estaban muy ocupados moviendo muebles, aspirando y todas las cosas que crecí odiando de los días de limpieza generales. Mi madre sugirió que debería de ir solo, si tanto me importaba ver la película. No me parecía mala idea, yo simplemente necesitaba ver la película lo más antes posible. Accedí.

Mi primo me llevó al cine más cercano a mi casa. Llevaba el dinero y sabía el procedimiento que requería entrar al cine. Sabía donde comprar las entradas, donde comprar las palomitas y donde entrar. Tampoco era tan niño, habré tenido posiblemente diez años. Al fin, al estar en el cine recuerdo de haberme cambiado de lugar posiblemente más de un par de veces. Tenía que tener una visión clara, y estar más que cómodo para poder disfrutar de lo que sería sin duda una película ganadora del Oscar.

Un par de horas más tarde, un baso de refresco de cola, y la mejor película del mundo (de acuerdo con Christhian de diez años) había ganado un trauma que arrastraría hasta el día de hoy. ¡Que horrible es ir al cine solo! Por alguna extraña razón me había sentido incómodo aunque la película me resultara ser maravillosa, no tenía a nadie con quien comentarla, ni a quien preguntarle cuando no entendía algo, simplemente estaba solo. Me daba cuenta que odiaba estar solo, no podía compartir mis emociones durante la película, no tenía a nadie con quien compartir mi bolsa de palomitas a la mitad, no tenía nadie con quien reírme cuando había que hacerlo, simplemente era yo y un montón de personas que no conocía. Para empeorar las cosas, al ser una película infantil todos los padres estaban con sus hijos, menos yo. Era el único infante que no estaba con sus padres, era como un día de la madre cuando uno recita un poema y se da cuenta que su mamá no ha llegado al acto aun.

Desde ese día empecé un odio visceral al ir al cine solo. Era lo peor, era simplemente una aberración a mis entandares. Y como lo he dicho antes, tengo la extraña habilidad de crear mis propios dogmas en mi cabeza y vivir con ellos sin siquiera contemplar la posibilidad de cuestionarlos. Simplemente, ir al cine solo era algo que no estaba en discusión conmigo, si nadie me acompañaba, si nadie quería ver la película que yo quería ver, lamentablemente me quedaba sin verla. Yo me considero una persona social, y más que social creo que soy social-dependiente. Y con esto me refiero exactamente a que necesito estar con alguien más… bueno más bien necesitaba.

Cuando de repente me vi con toda la libertad del mundo, sin ataduras de ningún tipo, donde literalmente podía hacer cualquier cosa que se me ocurriera (aunque no se me ocurriera nada en ese momento) comencé a cuestionar dogmas que me había auto impuesto y comencé a ver que de repente ser social-dependiente no es mucho mejor que ser solo-dependiente. Cuando hice mis metas para el nuevo año, una de ellas era ir al cine solo por lo menos una vez al mes. Tenía que educarme a mi mismo que la compañía de alguien no siempre es posible, que soy totalmente independiente y puedo tomar mis propias decisiones y llevarlas a cabo sin ningún tipo de ataduras. Aunque pasara enero y febrero y no haya cumplido esa meta, y dejé ir un par de películas que quería ver, decidí que ahora en marzo era el momento justo para empezar esta tradición. Iba a ser el día en que conquistaría ese viejo trauma de los Power Rangers.

Luego de mi trabajo, bajé las escaleras, me cambié de ropa en el baño, y tomé un taxi para el centro comercial más próximo. Quería ver “Red Social”, sentí una pasividad en mis movimientos, estaba contento, yo era dueño de mis movimientos, de mis pensamientos, de mis decisiones, de mis emociones. Y esto puede que suene un poco ridículo, pero para alguien que virtualmente no era dueño de nada de estas cosas, que sus decisiones están adjuntadas a las decisiones de otra persona, cuya personalidad es eclipsada totalmente por otra persona, cuando uno vive años viviendo las emociones de otra persona, o haciendo las decisiones de otra persona, cuando uno ha vivido así, una simple caminata entre las tiendas del centro comercial, sabiendo que dentro de poco va a enfrentar los fantasmas aterradores de un trauma tonto de niño de diez años, que está ahí porque así lo quiso, que está solo no porque no tuviera a nadie con quien ir sino porque así lo quiso, que va a pedir el combo que más le parezca apetitoso, que va a ir al ritmo y paciencia que le parezca conveniente y se va a sentar en la fila que mas le parezca, sabiendo que uno es dueño de uno mismo, eso es simplemente mágico. Para mí fue mágico.

Compré la entrada, solo una. No aplicaba para la promoción de 2x1, pues aunque la entrada me salía obviamente a mitad de precio, me faltaba lo más importante… otra persona. Siempre hay impuestos para las personas independientes, seguras, y maduras. No me importó… mi cheque de la quincena me había salido gordo. Tardé aproximadamente cinco minutos en decidirme que quería comer. Todos estaban impacientes atrás de la fila esperando a que pidiera, yo me tomé mi tiempo. Cambié mi orden un par de veces, de palomitas a nachos, de nachos a Hot Dog regular, del regular al grande, de 7up a Pepsi regural, de la regular a la de dieta y luego a la regular una vez más. “¡No entienden que es mi primera vez que hago esta fila y pido por mi mismo!” le quería gritar a todos que estaban detrás impacientes. Lo más importante de tomar mis propias elecciones es que tenga elecciones que tomar, y literalmente nunca me había preocupado por pedir en la cafetería del cine, siempre lo hacía la persona con quien iba, yo me limitaba a decir “cualquier cosa”.

Entré al cine buscando niños entre el público (odio sentarme juntos o cerca de niños). Me senté en una fila vacía. Aun no habían puesto los anuncios, estaban las aburridas trivias del cine, así que aun faltaban personas que entraran así que pensaba que mi fila se llenaría o por lo menos más de alguien se sentaría en ella… pero no fue así. Nadie se sentó. Miraba a mis lados y no había nadie, no me importó “Podré sacarme la comida entre los frenos con mis dedos”-Pensé.

Puedo mencionar un par de cosas que me gustaron de ir al cine solo, podía limpiarme los dedos en las sillas de la par (me había olvidado de tomar servilletas), podía cambiar de posición, incluso subir mis pies en la silla de la par, no había nadie que me interrumpiera con: “¿Qué dijo? ¿Quién es ese? ¿Qué pasó, no entendí?”, aunque al final no estoy muy en de acuerdo de ir al cine solo, pero Roma no se construyó en un día. No sé que pensar, cuando la película terminó me sorprendió ver que la tarde 2x1 (Descuento que yo no disfruté) estaba llena de… ¡Sí…. Parejas! Me entró la paranoia, sentía que me veían, que pensaban que porque estaba solo, que no tuve nadie con quien ir, sentía que me juzgaban por estar solo. Sé que es paranoia… ¿o no? Para disimilar encendí mi móvil y comencé a revisar las actualizaciones de mi Facebook.

Aun no tengo una respuesta definitiva si es bueno o no ir al cine solo, lo que si sé es que lo volveré a hacer, después de todo sé que este miedo se remonta a los tiempos de los Power Rangers, y aun cuando ellos crecieron, y otras generaciones de Power Rangers salieron yo no me había dado la oportunidad de crecer y de entrar a nuevas generaciones de Christhian. Estaba atado a un simple y tonto trauma de diez años, y todo lo había empeorado a mi tonta habilidad de depender de alguien, un amigo, familia, o una pareja. Y aunque no puedo decir que fue del todo placentero lo que si puedo decir es que fue MI experiencia. Fue mi decisión de Hot Dog grande con Pepsi regular, fue mi decisión de película, de asiento, y al final del día fue mi decisión de sentirme paranoico. Las emociones malas son buenas cuando son de uno. No hay nada peor que una emoción mala que haya sido dada por otra persona. Eso es tonto.