viernes, 7 de septiembre de 2012

No solamente un día de esos

Hay días especiales. Hay días que aunque sepás que la gente no lo vaya a ver especial vos sabés que para vos si lo fue. No es por conocer a alguien, no es por una fiesta, no es porque hayas obtenido un bien trabajo, es simplemente el día en el que hago te pasó.

Me había ido a la cama alrededor de la media noche. Una vez que mi nuevo amigo tico se fue, yo me quedé en mi misma mesa simplemente viendo el tiempo pasar, las estrellas, el mar, la vela frente tuyo. Poniendo tu mente en blanco. Decidí ir a acostarme en una bella hamaca para poderme dormir bajo las estrellas. Pero ese inusual espectáculo de estrellas amontonadas brillando, en una noche en al pacífico de Nicaragua, en un pueblo de menos de 10 familias, sin luz eléctrica (ese día no hubo servicio) las estrellas se veían perfectas. Recuerdo haber visto una estrella fugaz. No recuerdo para ser honestos cuando fue la última vez que vi una así tan perfecta, clara, tan cerca. Me atreví a pedir un deseo. Y si de verdad era una estrella fugaz y no un pedazo de basura que nuestros exploradores espaciales hayan dejado entonces ahí en el universo habrá una estrella que lleva mi deseo cargando.
Me fui a dormir en mi dormitorio que comparto con otros turistas. Ninguno hispano. Me sorprende que hasta este momento no me hayan pedido toallas limpias. Es medio raro ser minoría en un lugar donde se supone debes de ser mayoría. Me desperté la mañana siguiente con una sensación que el chele que dormía a la par mía estaba moviendo mi cama con su pie que siempre quedaba flotando en el aire cerca de mi cama ya que su altura no le permitía caber completo en la cama.

En cuestión de menos de 2 segundos me di cuenta, o entré en cuenta, que no era él quien estaba moviendo mi cama y a que aquello se trataba de un temblor. Un temblor de tal magnitud que yo nunca había sentido. Viniendo de una ciudad donde los temblores son comunes de verdad me sorprende haber sentido que ese temblor no era como los otros. Era más fuerte. En cuestión de segundos el Staff del hotel comenzó a gritar histéricamente en todos los cuartos que era un temblor que saliéramos de inmediato.
Para ese entonces yo ya estaba de pie a la orilla de mi cama tratando de ponerme una camisa mientras el movimiento se volvía más intenso. Pensaba cada vez más que la situación se estaba saliendo de control. El hotel tiene como decoraciones botellas de vidrio colgadas a manera de lámparas. Las botellas comenzaron a ser tanto ruido cuando chocaban unas con las otras que entre las preguntas de confusión que me hacían los demás huéspedes que le tradujera lo que el Staff estaba gritando, los columnas de madera rechinando, los gritos desesperados del Staff, la gente que corría en el segundo piso del hotel que era de madera, y el raro sonido de la tierra tan bélico cuando ésta se mueve contribuyó a que todos entráramos en un momento de pánico.

Todos salimos donde las mesas del restaurante estaban, aun temblaba y podía ver como los centros de mesas se caían, las botellas se golpeaban unas con las otras y el Staff del hotel asustado. Inmediatamente fue a ver el mar. Todo parecía tranquilo. Entonces me entró el peor miedo de todos. Managua. El temblor había sido exageradamente fuerte, mi lógica me decía que debió de haber sido un terremoto en algún otro lado. ¿Managua? Mi familia, mis amigos, mi casa.

Comencé a preguntar al Staff del hotel confundido como todos que si había sido en Managua. Que necesitaba saber sobre Managua. ¿Qué iba a saber el pobre si lo mismo que yo sabía era lo que todos sabían? Rápidamente el Staff del hotel nos pidieron que empacáramos todas nuestras cosas y las pusiéramos sobre la cama.

Traté de llamar a mi mama. No había línea. Con costo había señal en aquel recóndito lugar. Necesitaba saber. ¿Qué iba a hacer? Tendría que regresar peros i había sido en Managua nadie me va a querer llevar ahí. Mi mamá trabaja en un 10mo piso. No puede bajar escaleras rápidamente. Todo se disipó cuando lograron conectar la televisión. Lo primero que leía fue unas grandes letras amarillas que decían “Alerta de Tsunami en costas del Pacifico”.

La preocupación que había sido en Managua se desapareció pero luego vi que era yo el que estaba en el lugar de peligro no mi familia y amigos en Managua. El Staff del hotel se volvió aun más histérico. Nos pidieron rápidamente que sacáramos nuestras cosas de nuestros cuartos y las pusiéramos en el parqueo. Todos obedecimos. Apagaron la televisión y nos informaron (para mí en una manera un poco pintoresca al punto de no creer lo que escuchaba) que nos evacuarían en una camioneta del hotel a una colina porque “La primera ola del tsunami va a impactar la playa a las 9:50am” vi mi reloj. 9:30. Le dije al muchacho que estaba bromeando. Que no podía ser posible. Que me dijera si era una broma. Me dijo que era verdad.

Nos montamos en la camioneta con miles historias de los locales. Noticias no confirmadas. Inventadas tal vez. Pero que no tenía manera de comprobarlas, sin teléfono, sin internet, sin televisión. No me quedaba de otra que escuchar historias de evacuaciones masivas de San Juan del Sur (Una ciudad cercana junto a la playa) sirenas de tsunami sonando en las playas de Managua.

Llegamos a la colina desde donde podíamos ver la playa, y una playa vecina “Gacalito de la Isla” donde está un lujoso resort y construcciones por todos lados. En menos de 10 minutos de haber llegado a la colina pude ver 4 buses parqueados en Gucalito de la Isla y un sin número de empleados, constructores, Staff y huéspedes del hotel haciendo una línea para montarse en el bus. Todos se fueron. Eso me asustó aun más. La histeria no era solamente en la comunidad donde yo estaba. De verdad estaban evacuando. Pero lo que más me asustó fue que apenas 15 minutos de llegar a la colina dos helicópteros del ejército sobrevolaban la zona una y otra vez. Debió a haber sido grande pensaba. De verdad deben de estar evacuando San Juan Del Sur. ¿Se acordaran de nosotros?

Tomé la decisión de irme de Playa Gigante. Les dije que iría a Rivas. Me dijeron que tendría que caminar mucho pues no había transporte (No por el Tsunami sino porque nunca hay transporte para llegar a esa comunidad). Les dije que no me importaba caminar un poco. Entre más me aleje de la playa creo que será mejor.

Y comencé a caminar con una mochila que pesaba alrededor de 50 libras. Veía los camiones de personas que se estaban alejando de la playa. Buses de otros resorts cargados de su personal. Yo sabía que de haber habido un tsunami ya debió de haber pasado, pero igual era bueno que evacuaran a todo el mundo. Me dio aventón una pareja de un muchacho muy simpático Brasileño y su novia Australiana. A esta última le faltaba gracia. Al ver el sexapil de un hispano junto a alguien de raza fría, la simplicidad de lo blanco de piel se vuelve mucho más evidente. Ellos estaban pescando (en la zona o uno pesca o uno surfea… solo yo que no andaba haciendo ni lo uno ni lo otro) cuando ocurrió el “terremoto” como ellos lo llamaban. Y aun estando en el mar se dieron cuenta de que se trataba. Regresaron a tierra, tomaron su carro y fueron tierra adentro, ahora regresarían a la playa donde estaban. Me ahorraron más o menos 5 kilómetros de caminata.

Espere un bus que me llevaría a Rivas en un paraje inhóspito pero que me habían asegurado que era una parada de bus. Unos me dijeron que a las 1 de la tarde pasaría uno, otros que a las 11. Yo sin saber idea que hora era porque todos mis aparatos estaban sin batería decidí acostarme en una suerte de parada de bus a leer y a esperar que algo pasara.

El bus me llevó a Rivas donde resultaba ser que no había buses a San Juan del Sur por el tsunami. Tenía que esperar a que levantaran la alerta (otras 3 horas más) para poder tomar un bus a San Juan del Sur donde conocería a un amigo de los Estados Unidos. Tomé un taxi de Rivas a San Juan del Sur por el 1000% más de lo que hubiera pagado en un bus.

San Juan del Sur era un pueblo fantasma. El 95% de todos los comercios estaban cerrados. Muy poca gente en la playa. Fui al hotel donde siempre me quedó. Me dieron una habitación y me dispuse a descansar antes de salir al encuentro de mi nuevo amigo.

Nunca olvidaré el día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario