jueves, 25 de octubre de 2012

Obra Maestra

En la entrega de premios de los Golden Globes, Elthon Jones dijo que Madonna no tenía ni la más mínima posibilidad de ganar como mejor canción con Masterpiece. Esa misma noche, Madonna compitiendo en la misma categoría que Elthon, ganó el premio. Cuando por primera vez escuché la canción me parecía que era una verdadera obra maestra. Lo que más me impresionó de la canción era una sola frase “After all, nothing is indiscructable”.

No importa que te hayas enamorado de una verdadera obra de arte, no importa que tu vida sea el hecho de conseguir esa obra de arte para uno mismo, incluso robarla… pero hay que mantener en la mente siempre que nada es indestructible, y que aunque no hayamos enamorado de una verdadera obra de arte no significa que esa obra de arte no se puede destruir.

Suficiente, es suficiente. No puedo seguir un paso más. Muchas veces no son las personas que nos decepcionan, algunas veces nosotros mismos hacemos ese trabajo sin ningún problema. Y es que a veces parece que nosotros actuamos en contra de nosotros mismos. Creamos historias, nos escondemos en recónditos lugares de una conversación, las interpretamos de otra manera y en menos que nos damos cuenta un castillo ha sido construido en el aire.

Nuestro mayor problema es idealizar. Idealizamos a la persona y la elevamos en un plano en que ellos mismos nunca han soñado estar. Ellos en su inmundicia humana, putrefacta y llena de errores, nosotros mismos los convertimos en dioses viviendo en el Olimpo. Los convertimos en los caballeros de brillante armadura que vienen a rescatarnos de nuestra propia inmundicia. No nos damos cuenta a veces que ellos vienen del mismo lugar que nosotros… o peor aun… aun más abajo que nosotros.

Somos personas consientes de nosotros mismos. Nos amamos, pensamos que somos inteligentes, interesantes, perfectos para una relación, capaz de darlo todo y pulirnos para convertimos en personas perfectas que relucen al sol. Creemos que eso nos dignifica, creemos que esa persona que nosotros creemos dioses pero de verdad vienen del corral de los cerdos nos hará una mejor persona. De esas personas que uno ve en la televisión que todo el tiempo pasan felices. Lo peor de todo es que para alcanzar un estado actuado, poco real, somos capaces de dejarnos ir. Nos dejamos ir y dejamos de ser las personas que éramos. Tratamos de conquistar, de acoplarnos, olvidamos rápidamente los defectos de las otra persona para convertirlos en perfectas características que nos harán felices por siempre.

Cuando se trata de relaciones ¿Cuánto estamos dispuestos a dejarnos ir? ¿En que punto nos convertimos en una persona que no conocemos? ¿En que punto nos deja de gustar el cerdo, dejamos de defender lo que toda la vida hemos defendido? ¿En que punto uno deja la vida que uno soñó para acoplarse a la vida que otro soñó para él mismo y que nosotros nos vemos como colados? No son preguntas retoricas. Yo sé la respuesta. Ese punto se llama locura. En el punto en que nos volvemos locos al pensar que nosotros no somos los deseables, que nosotros no somos los dioses que vivimos en el Olimpo. Perdemos nuestra mente, nuestra cabeza y nuestro propio ser al pensar que alguien que no se nos compara es de hecho alguien mejor que nosotros.

Hay billones de personas en el mundo y no creo que no haya allá afuera alguien me nos busca con las características que nosotros buscamos. Y no se trata de “besar sapos” se trata de besar sapos que sabemos que no son príncipes. ¿De verdad queremos ser sapos?

No importa en que etapa de la vida esté la otra persona. He escuchado (de mi mismo) en mi cabeza una y otra vez que tal vez la otra persona no está en su momento adecuado en vez de pensar que esa persona se ha quedado atrás dentro de su búsqueda interior porque yo sí que sé lo que quiero y sé en que momento de mi vida estoy, a donde quiero ir y como lo quiero hacer. Alguien que no lo sepa no merece nuestro tiempo, no merece nuestro apoyo ni mucho menos merece nuestras esperanzas porque nadie nos dio el tiempo, ni su apoyo ni sus esperanzas cuando éramos seres heridos y supurantes que caminábamos como leprosos buscando lo que queríamos de verdad.

Muchas veces una obra maestra solo se puede apreciar de largo. Y aunque de verdad esa obra maestra sea perfecta no significa que no sea destruible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario