jueves, 6 de marzo de 2014

Open Letter

Llegaste a mi vida por la ley de la atracción. Te materializaste en el lugar perfecto en el momento perfecto. Mágico, sacro, cósmico, escrito en una épica novela romántica. Un amor pensado, planeado, sincronizado con el universo, deseado, escrito, vaporoso, etéreo. En un fantástico  contexto, con los mejores lienzos de telón de fondo. Una humanidad en historia esperando el momento en que yo sentado vi por primera vez tu sonrisa. Mientras te devolvía la sonrisa una maraña de aventuras tipo Tin Tin se desvelaría frente a mí llevándome a experiencias y sensaciones que jamás hubiera pensado en la posibilidad de imaginar algo así.

Los dos compramos la vital idea que nuestro encuentro y amor solo se podía explicar por el destino. Estábamos destinados a estar juntos. Luego de todos los caminos que ambos habíamos recorrido, luego de todas nuestras batallas perdidas, nuestras heridas, estábamos mágicamente listos para seguir adelante con nuestras vidas cuando… nos vimos por primera vez. Eso fue lo que mantuvo nuestras luchas contra lo imposible, pero tal vez solo estábamos huyendo de nosotros mismos o de nuestras pasadas batallas y nos queríamos entregar a la posibilidad de un mañana brillante.

Más de una vez te he descrito como un catfish, aunque aún no estoy seguro si te estoy haciendo mérito. ¿Me engañaste o los dos estábamos engañándonos a nosotros mismos? Sos la persona que me puso de regreso en la razón. Antes había vivido mis relaciones basadas en el salvajismo emocional. Peleando y desgarrando cualquier vestigio de carne fresca. Pero vos me enseñaste cual conquistador europeo la razón dentro de la relación. Basado en tu herencia pusiste ley en mi vida. Creaste mi código, las reglas, lo deseable, lo indeseable, y los límites personales. Dentro de ese marco burócrata y fascista existía el romántico sueño de nuestra historia a lo Romeo y Julieta. Aunque los dos sabíamos bien el fin del libro nos seguíamos llamando así.

No sé qué hubiera sido de mi vida sin vos. No sería el mismo que soy ahora, y el que soy ahora me encanta. No me hubiera imaginado alcanzar un estado donde estoy conforme con seguir mis reglas (las que vos me enseñaste) y sin pensar en la aprobación de la otra persona. Pero al mismo tiempo me encerraste en un mundo de carnaval y fantasía, de viajes largos, de realidades inexistentes en ningún universo paralelo, me transportaste al mundo de fantasía y maravilla donde yo casualmente había soñado toda mi vida vivir. Pasábamos las noches cortas de primavera viendo una y otra vez “La vida es bella” entiendo ahora el porqué.

Gracias por llevarme a ese lugar que yo pensaba que existía solo en cuentos. Aunque fue maravilloso visitar el mundo de mis fantasías los dos tuvimos que regresar a la realidad. No creo que la transición fuera fácil, mas comparado con un parto. Pero más que un parto lo considero una independencia más de un territorio independiente latinoamericano de un conquistador europeo que deja las leyes, el marco de civilización, el código moral y ético, y las normas que aun hoy consideramos como válidas e irrefutables, siempre dejando atrás un rastro de dolor y sangre.

Pero tal vez esté siendo muy duro con vos, después de todo creo que tu raza está programada para dar la misma experiencia a cada turista descuidado que toma una foto tonta a una estatua tonta en medio de una calle tonta. Creo que se me acaba de ocurrir un tema para mandar como sugerencia al programa “Turistas en la mira”. “No todas las estafas son económicas” se llamaría ese capítulo. Tal vez esté siendo un poco duro con vos (otra vez) después de todo ¿Qué sería la vida del turista sin experiencias así?

¡Pero claro que nosotros creíamos que trascendíamos cósmicamente esa barrera del cliché del turista y el local! Nosotros fuimos cortados del mismo molde. Yo era tu pieza faltante. ¡Destinados transcendentalmente! Nosotros solo éramos peones del destino del amor, viviendo plácidamente y felizmente en un estado de gracia que solo el amor puro y visceral puede dar. ¡Transcendíamos nos transfigurábamos! Pero ahora que cada uno de nosotros recogemos los pedazos que esta relación dejó ¿verdad que no sigues pensando lo mismo?

Ahora, eso no significaba que nunca hubiera habido una posibilidad, o que nunca hubo amor. Aunque más amor creo que era admiración, y no creas que es por tu ¿raza?, rango, o apariencia sino por enseñarme la razón en una relación. Nunca mentí en ningún sentimiento que te dije, pero creo que no te lo decía a vos sino a una ilusión.

Vos te has convertido en un tipo de dios. En una vara para medir. En una figura omnipresente en mi ethos en forma de orden, límites, y reglas, en forma de civilización. Un modelo. El cariño y aprecio transciende cualquier etiqueta que querrás ponernos. Si algún día tu modelo de civilización deja de funcionar y quisieras escapar a la jungla a vivir junto a un lago comiendo lo que se pesca puedes contar conmigo. De algún modo sé que los dos sabemos que nos tenemos el uno para el otro. Tal vez ya no enraizado en el amor, sino en aquellos mágicos atardeceres, y largas caminatas, pretendiendo vivir una vida que no vivíamos, y pretendiendo que mañana seríamos felices solo por el hecho que hoy éramos mega felices.

Tal vez nunca debí de haberte definido como un catfish. No creo que hayas mentido, excepto en las cosas que sí que mentiste. Creo que vos también compraste esa néurosis en que los dos estábamos. Como si la pizza que comimos en la primera cita tuviera un tipo de hongos alucinógenos que nos desconectó de la realidad y empezamos a vagar en un mundo de arcoíris y sin mañanas. Solo el amor nos sustentaría. Solo las ganas de estar juntos.


Ahora cuando hablo con vos veo a la misma persona que siempre veía. Un poco más opaca, más descuidada por la crisis, un poco en ruinas. Así como la moderna Latinoamérica ve al viejo y decadente conquistador. Pero tampoco voy a decir que esa pudiente Latinoamérica no se sigue impresionando con esa vieja gloria. No sé cuántas historias de amores perdidos en el tiempo tenga tu ciudad, pero yo le dedico la mía con todo el buen recuerdo, la gracia, la alegría, y la gratitud de todo lo que pude vivir. Una historia más. Una conquista más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario