jueves, 3 de marzo de 2011

Traumas del Cine a Solas

De niño pasaba mis tardes viendo los Power Rangers, no sé exactamente que me llamaba la atención de este programa, pero era adicto a el. No me perdía ni un solo capitulo. Así que cuando salió la película no podía pensar en otra cosa más que en irla a ver de inmediato. Pasaba el día pensando de que se trataría, no dudaba que sería una buena película, después de todo los Power Rangers nunca se prestarían para hacer una mala película. Recuerdo que el fin de semana que yo quería ir al cine tocó la limpieza general de la casa. Normalmente estas limpiezas se hacen una vez al año en las familias normales, pero dudo que la mía tenga algo de normal, así que estas limpiezas eran más frecuentes… extrañamente mucho más frecuentes, una vez al mes tal vez. Así que mis padres no querían ir al cine conmigo, estaban muy ocupados moviendo muebles, aspirando y todas las cosas que crecí odiando de los días de limpieza generales. Mi madre sugirió que debería de ir solo, si tanto me importaba ver la película. No me parecía mala idea, yo simplemente necesitaba ver la película lo más antes posible. Accedí.

Mi primo me llevó al cine más cercano a mi casa. Llevaba el dinero y sabía el procedimiento que requería entrar al cine. Sabía donde comprar las entradas, donde comprar las palomitas y donde entrar. Tampoco era tan niño, habré tenido posiblemente diez años. Al fin, al estar en el cine recuerdo de haberme cambiado de lugar posiblemente más de un par de veces. Tenía que tener una visión clara, y estar más que cómodo para poder disfrutar de lo que sería sin duda una película ganadora del Oscar.

Un par de horas más tarde, un baso de refresco de cola, y la mejor película del mundo (de acuerdo con Christhian de diez años) había ganado un trauma que arrastraría hasta el día de hoy. ¡Que horrible es ir al cine solo! Por alguna extraña razón me había sentido incómodo aunque la película me resultara ser maravillosa, no tenía a nadie con quien comentarla, ni a quien preguntarle cuando no entendía algo, simplemente estaba solo. Me daba cuenta que odiaba estar solo, no podía compartir mis emociones durante la película, no tenía a nadie con quien compartir mi bolsa de palomitas a la mitad, no tenía nadie con quien reírme cuando había que hacerlo, simplemente era yo y un montón de personas que no conocía. Para empeorar las cosas, al ser una película infantil todos los padres estaban con sus hijos, menos yo. Era el único infante que no estaba con sus padres, era como un día de la madre cuando uno recita un poema y se da cuenta que su mamá no ha llegado al acto aun.

Desde ese día empecé un odio visceral al ir al cine solo. Era lo peor, era simplemente una aberración a mis entandares. Y como lo he dicho antes, tengo la extraña habilidad de crear mis propios dogmas en mi cabeza y vivir con ellos sin siquiera contemplar la posibilidad de cuestionarlos. Simplemente, ir al cine solo era algo que no estaba en discusión conmigo, si nadie me acompañaba, si nadie quería ver la película que yo quería ver, lamentablemente me quedaba sin verla. Yo me considero una persona social, y más que social creo que soy social-dependiente. Y con esto me refiero exactamente a que necesito estar con alguien más… bueno más bien necesitaba.

Cuando de repente me vi con toda la libertad del mundo, sin ataduras de ningún tipo, donde literalmente podía hacer cualquier cosa que se me ocurriera (aunque no se me ocurriera nada en ese momento) comencé a cuestionar dogmas que me había auto impuesto y comencé a ver que de repente ser social-dependiente no es mucho mejor que ser solo-dependiente. Cuando hice mis metas para el nuevo año, una de ellas era ir al cine solo por lo menos una vez al mes. Tenía que educarme a mi mismo que la compañía de alguien no siempre es posible, que soy totalmente independiente y puedo tomar mis propias decisiones y llevarlas a cabo sin ningún tipo de ataduras. Aunque pasara enero y febrero y no haya cumplido esa meta, y dejé ir un par de películas que quería ver, decidí que ahora en marzo era el momento justo para empezar esta tradición. Iba a ser el día en que conquistaría ese viejo trauma de los Power Rangers.

Luego de mi trabajo, bajé las escaleras, me cambié de ropa en el baño, y tomé un taxi para el centro comercial más próximo. Quería ver “Red Social”, sentí una pasividad en mis movimientos, estaba contento, yo era dueño de mis movimientos, de mis pensamientos, de mis decisiones, de mis emociones. Y esto puede que suene un poco ridículo, pero para alguien que virtualmente no era dueño de nada de estas cosas, que sus decisiones están adjuntadas a las decisiones de otra persona, cuya personalidad es eclipsada totalmente por otra persona, cuando uno vive años viviendo las emociones de otra persona, o haciendo las decisiones de otra persona, cuando uno ha vivido así, una simple caminata entre las tiendas del centro comercial, sabiendo que dentro de poco va a enfrentar los fantasmas aterradores de un trauma tonto de niño de diez años, que está ahí porque así lo quiso, que está solo no porque no tuviera a nadie con quien ir sino porque así lo quiso, que va a pedir el combo que más le parezca apetitoso, que va a ir al ritmo y paciencia que le parezca conveniente y se va a sentar en la fila que mas le parezca, sabiendo que uno es dueño de uno mismo, eso es simplemente mágico. Para mí fue mágico.

Compré la entrada, solo una. No aplicaba para la promoción de 2x1, pues aunque la entrada me salía obviamente a mitad de precio, me faltaba lo más importante… otra persona. Siempre hay impuestos para las personas independientes, seguras, y maduras. No me importó… mi cheque de la quincena me había salido gordo. Tardé aproximadamente cinco minutos en decidirme que quería comer. Todos estaban impacientes atrás de la fila esperando a que pidiera, yo me tomé mi tiempo. Cambié mi orden un par de veces, de palomitas a nachos, de nachos a Hot Dog regular, del regular al grande, de 7up a Pepsi regural, de la regular a la de dieta y luego a la regular una vez más. “¡No entienden que es mi primera vez que hago esta fila y pido por mi mismo!” le quería gritar a todos que estaban detrás impacientes. Lo más importante de tomar mis propias elecciones es que tenga elecciones que tomar, y literalmente nunca me había preocupado por pedir en la cafetería del cine, siempre lo hacía la persona con quien iba, yo me limitaba a decir “cualquier cosa”.

Entré al cine buscando niños entre el público (odio sentarme juntos o cerca de niños). Me senté en una fila vacía. Aun no habían puesto los anuncios, estaban las aburridas trivias del cine, así que aun faltaban personas que entraran así que pensaba que mi fila se llenaría o por lo menos más de alguien se sentaría en ella… pero no fue así. Nadie se sentó. Miraba a mis lados y no había nadie, no me importó “Podré sacarme la comida entre los frenos con mis dedos”-Pensé.

Puedo mencionar un par de cosas que me gustaron de ir al cine solo, podía limpiarme los dedos en las sillas de la par (me había olvidado de tomar servilletas), podía cambiar de posición, incluso subir mis pies en la silla de la par, no había nadie que me interrumpiera con: “¿Qué dijo? ¿Quién es ese? ¿Qué pasó, no entendí?”, aunque al final no estoy muy en de acuerdo de ir al cine solo, pero Roma no se construyó en un día. No sé que pensar, cuando la película terminó me sorprendió ver que la tarde 2x1 (Descuento que yo no disfruté) estaba llena de… ¡Sí…. Parejas! Me entró la paranoia, sentía que me veían, que pensaban que porque estaba solo, que no tuve nadie con quien ir, sentía que me juzgaban por estar solo. Sé que es paranoia… ¿o no? Para disimilar encendí mi móvil y comencé a revisar las actualizaciones de mi Facebook.

Aun no tengo una respuesta definitiva si es bueno o no ir al cine solo, lo que si sé es que lo volveré a hacer, después de todo sé que este miedo se remonta a los tiempos de los Power Rangers, y aun cuando ellos crecieron, y otras generaciones de Power Rangers salieron yo no me había dado la oportunidad de crecer y de entrar a nuevas generaciones de Christhian. Estaba atado a un simple y tonto trauma de diez años, y todo lo había empeorado a mi tonta habilidad de depender de alguien, un amigo, familia, o una pareja. Y aunque no puedo decir que fue del todo placentero lo que si puedo decir es que fue MI experiencia. Fue mi decisión de Hot Dog grande con Pepsi regular, fue mi decisión de película, de asiento, y al final del día fue mi decisión de sentirme paranoico. Las emociones malas son buenas cuando son de uno. No hay nada peor que una emoción mala que haya sido dada por otra persona. Eso es tonto.

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