lunes, 28 de marzo de 2011

Te Conozco

Un día te vi, esperabas a que yo llegara. Se hubiera sabido que ese momento planificado cósmicamente iba a cambiar mi vida. Que desde ese momento en el cual los dos nos estrechamos la mano en una noche calurosa del verano en Managua, ya no iba a volver vuelta a atrás, que lanzaríamos nuestros mejores artilugios para conquistarnos, para que el uno se fijara en el otro. Y no sé que fue exactamente lo que pasó pero en poco tiempo los dos estábamos encaminándonos hacía lo que sería la relación más larga que ambos hayamos tenido. Cada vez que paso por ese mismo lugar donde por primera vez nos vimos puedo imaginarnos a los dos, con muchos años menos, muchas libras menos, y mucho menos experiencia, vernos a los dos estrechándonos las manos. Como si el lugar trajera mágicamente ese momento. ¿Se me cruzó por la mente que pasaría luego de esa vez? ¿Habré pensado en mis sueños locos que ese encuentro era el inicio de todo los años que vendrían?

Siempre he pensado que las personas son como los rompecabezas, uno se acopla perfectamente solo con la pieza que le toca. Puede parecer que uno se acopla bien con otra pieza, pero al final del día no es la figura que estás armando, y tienes que desacoplarla y buscar una nueva pieza. Al fin y al cabo solo hay una pieza. Desde los primeros diez minutos de nuestra conversación me comencé a reír de lo que decías. Había salido con tantas personas que se esforzaban tanto por vivir de lo que aparentaban, se esforazaban tanto para ser gustadas, para que uno aceptara una segunda cita y al fin todo era esa ilusión y nada de personalidad. Pero, eras diferente, no había esfuerzo, no había acentos fingidos, ni historias tontas, ni el perfume perfecto, ni la camisa perfecta, eras solo vos. Creo que ese fue el mejor atributo que vi.

Rápidamente empezamos una relación, e igualmente así de rápido te volvías mi amigo. Lo mejor de una relación es que la otra persona te haga reír, y con vos no paraba de hacerlo ni un momento. Muchas veces intentamos que nuestras parejas sean nuestro mejor amigo, pero esta vez las cosas pasaron tan naturalmente. No solamente tenía una relación con vos sino que eras mi mejor amigo. Siempre fuiste real, y creo que esa es la razón principal del como llegue a conocer tanto a una persona. No voy a decir que te conozco más a mi mismo, porque sé que mis reacciones son tan predecibles, pero sé que las tuyas también lo son.

Sé que dices cosas que de verdad no quieres decir (eso no significa que tengo que aguantarlas todas), y también sé que cuando dices cosas que no quieres decir te arrepientes casi automáticamente, muchas veces antes que termines de decirlas ya te habrás arrepentido. Sé que por alguna extraña razón propones soluciones que no te gustan, sé de lo que serias capaz hacer, y lo que nunca harías. Conozco el tamaño de tu orgullo, y cuando haces algo que va encontré de tu orgullo me sorprende. Conozco lo que piensas, de hecho te quedo viendo cuando sé lo que estás pensando, y me volteas a ver con una sonrisa los dos sabiendo de los pensamientos de ambos. Sé tu tolerancia para las cosas, sé que odias el calor, y no duermes sin abanico aunque tu ciudad sea muy helada. Sé como odias el sudor. Sé cuantas cervezas tomas, y cuantas te gustaría tomar. Sé cuando quieres algo pero te da pena tomarlo o decirlo.

Sé lo tanto que te gusta y que te gusta comer. Conozco donde tienes los lunares, y las partes que no te gustan de vos mismo. Incluso cuando no estábamos juntos sabía sabiendo que tan bien o mal la estabas pasando. Sé cuando estas mintiendo y cuando no. Conozco tu bostezo de mentira cuando estas nervioso, tu risa nerviosa, como mueves los ojos a un lado, como pones la boca y mueves tus mejías cuando decís “no” con la cabeza y estás mintiendo. Sé como te gusta ciudad y sé como actúas cuando estas emocionado por algo. Sé cuando estas enojado o cuando estas celoso. Sé cuando las cosas no te interesan, y sé cuando quieres cambiar el tema porque no te gusta donde se está dirigiendo la conversación. Sé cuando de verdad estas arrepentido y cuando simplemente no. Sé lo tanto que te molesta que te presionen para que tomes una decisión. Sé las cosas que no te deben decir, y las cosas que te puedo decir para convencerte. Sé que no sos presumido, sé que no te fijas en el dinero, y sé que siempre quisieras estar invitando a todos los que conoces. Conozco lo malo que sos para elegir amigos, y sé como los defiendes a los que no deberías defender. Sé quien te llama la atención en la calle, y sé que lo sabes porque te callas por unos segundos y me vuelves a ver. Sé que la mayoría de esas veces tratas de culparme que es mí quien me gusta para desviar el foco de atención a mí porque sé que sabes lo que estoy pensando.

Hubieron momentos muy buenos en nuestra relación. Yo sé que no eras del todo malo. Sé que podía contar con vos en todo, y aunque yo tuviera otras maneras de solucionar mis problemas vos quería ser quien lo hiciera. Luego vinieron momentos malos, y sé que la mayoría era por decir cosas que no querías, y sabía que te arrepentías, pero también sé tu orgullo enorme que te imposibilita decir “lo siento”. Compartimos historias, hicimos cosas, nos dijimos cosas, experimentamos otras cosas, descubrimos lugares, restaurantes, tragos, amigos, otros que resultaron no ser tan amigos. Pero lo que más hicimos es conocer el uno al otro.

Fue un largo camino desde aquella noche donde nos vimos por primera vez, donde trataste de robarme un beso. Aquella noche de nuestra primera cita en un kareoke, la primera noche juntos, de aquellas noches donde yo no te conocía, donde lo único que podía hacer era imaginarme lo que pensabas, lo que te gustaba, lo que querías hacer o si la estabas pasando bien. Fue un largo camino desde la primera vez que fuimos al cine solos, o la primera fiesta a la que fuimos como pareja. Pasaron amigos, pasaron ropas, pasaron los años, escuelas, celulares, números de teléfono, pasaron personas a quienes le hablábamos, lugares que frecuentábamos, comidas de moda, pasaron carros, casas, apartamentos, caceras, personas que no volvimos a ver, personas que nos obligábamos a no volvernos a ver, pasaron chistes, muecas, frases graciosas, pasaron actitudes, pasaron los meses, los años, y nosotros seguíamos juntos, como dos piezas de rompecabezas acopladas.

Éramos solo dos adolescentes jugando a ser adultos, dos adolescentes de universidades privadas, con una vida social activa, y sin idea de que se trataba la vida. Gastando el dinero de nuestros padres, planeando vacaciones, lugares donde ir, cosas que hacer, ropa que comprar. No teníamos idea lo que se nos vendría en los próximos años. De hecho dudo que hayamos pensado estar juntos después de muchos años. Éramos simple adolescentes, muy debajo de los veintes, y pensar en 25 era pensar en un futuro lejano. Éramos solo dos niños jugando a la relación. No teníamos idea de nada pero igualmente nos hacíamos que todo ya lo sabíamos. Después de todo creo que es normal que hayamos cometido los errores que cometimos. No se puede esperar que dos niños tomen las decisiones más sensatas, que sean capaces de llevar una relación seria, que nunca cometan errores. Lo importante es que después de todos los momentos difíciles de pasamos, todas las cosas que hicimos, las decisiones pobres, después de tratar de acoplarnos con piezas del rompecabezas diferentes, nos damos cuenta que nos conocemos mejor que nadie, y que tal vez y solo tal vez, seamos la pieza que vaya al lado. Simplemente no pueden esperar que supiéramos esto a los 17 años.

No había manera de saber lo que iba a pasar, de las semanas, meses o tal vez años, luego de que me bajara de mi carro y te diera la mano en ese parqueo a la orilla de la carretera, a menos de cinco minutos de mi casa, frente de donde vivías. No iba con ninguna intención, no tenía ni idea que al bajarme del carro encontraría al amor. Nunca se me cruzó por la cabeza en nuestra primera conversación que íbamos a vivir tanto juntos, mucho menos que llegara a conocerte como te conozco. Y aun paso por el mismo lugar y sigo viendo a dos adolescentes estrecharse la mano, sigo viéndonos esa noche, en donde nuestra historia cambió. Algunas veces, las cosas, el universo, el destino confabula, para que conozcas a tu pieza de rompecabezas y acoplen. Esa noche, todo paso para que te pudiera conocer.


PS. Sabes cuanto odio a Arjona, lo poco que me gustan sus canciones, y la indeferencia que me provoca, Esta canción es la que me hace pensar en vos… porque de verdad te conozco.


1 comentario:

  1. Jajaja que cosas... Ese dia me acababa de ir en un taxi yo como 15 minutos antes. :D

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